Por Ruby Soriano

El “pueblo bueno” también sabe defender su democracia y es que más allá de las militancias, las cúpulas partidistas y detractores del gobierno López Obradorista, miles se lanzaron a las calles de la ciudad de México, de todo el país y desde algunos puntos del extranjero, para rechazar una reforma al Instituto Nacional Electoral, que vulnere las garantías democráticas en un país en franca y abierta polarización.

Fueron miles los que gritaron y reprobaron las reformas que se pretenden hacer al máximo organismo electoral.

El discurso de José Woldenberg fue apabullante al exponer en unos minutos las luchas, acuerdos, enfrentamientos, pero finalmente consensos que llevaron a la creación de una institución que por décadas ha permitido en nuestro país, la transición de poderes de manera pacífica.

Rescato de estas movilizaciones masivas, la voluntad de una sociedad para participar y decirle NO a un presidencialismo que emula las peores épocas de un México carcomido por partidos “de estado” que tanto dañan las democracias.

Al país en estos momentos no le bastan los Claudios X, los Madrazos, los inefables panistas, los farsantes priistas disfrazados de opositores o los oportunistas que se frotan las manos para llevar agua a su molino.

La democracia en México está altamente lesionada por algo que se llama DESCONFIANZA, sin embargo, aquí más allá de colores o institutos políticos persiste un interés que debe sumar a quienes somos ciudadanos sin militancias, ni simpatías. A quienes vemos mal los salarios excesivos de consejeros electores, el derroche de recursos para la operatividad de un árbitro electoral, las excesivas partidas que se canalizan a los partidos políticos, pero también vemos mal, a un gobierno que pretende derribar a un árbitro electoral con miras a instaurar la permanencia de un partido político absolutista que les asegure perpetuarse en el poder.

Las descalificaciones hacia esta movilización de parte de los canales oficiales no deben extrañarnos sobre todo cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en nulificar toda crítica en contra de su mandato, etiquetándolas como artimañas de “la oposición”.

El aparato gubernamental del presidente AMLO estuvo operando incluso con los brazos de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum quien, en su intentona por boicotear la participación, anunció una contingencia climática ampliando el programa no circula.

Desde las redes sociales se articuló toda una cascada de tuits y batalla digital de contraste para descalificar a quienes participaron en la marcha, así como atacar a los personajes que se hicieron visibles en la movilización.

Hoy en México el gobierno de López Obrador tendrá que hacer frente una andanada de protestas donde un pueblo que también es bueno, exige el respeto a una democracia que por ninguna circunstancia debe estar sujeta a los caprichos presidenciales ni mucho menos a la intención de desaparecer esos candados que hoy permiten, ver una transición de gobiernos y mandatos.

El “tiro” entre ciudadanos y gobierno se ha dado en este primer round, donde la protesta e inconformidad frente a las intenciones y al actuar de un gobierno, dejan en claro que México no permitirá que la decisión de un solo hombre termine con años de democracia social, participativa y también crítica.

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