Por Ruby Soriano

Las disputas “morenistas” por la candidatura a la gubernatura de Puebla ni siquiera se libran entre auténticos militantes del hoy partido que gobierna al país. Se libran entre un ex perredista y un ex priista cuyos estilos son paralelos a esos viejos tiempos que les tocó vivir y exaltar en sus pasados políticos.

Las imágenes que circulan en redes sociales sobre el informe legislativo que el pasado sábado rindió en Cholula el coordinador parlamentario Ignacio Mier Velazco, son verdaderas estampas donde se replican los viejos estilos de los políticos pueblerinos, cuya única misión, es aparentar lo que no son y quieren llegar a ser.

Multitudes simuladas, acarreados, promesas de apoyos, invitados especiales de cartón, despliegue de recursos y de labia, la egolatría del poder que finge una cercanía que no está, ni estará conectada con la sociedad.

Así la marca personal de un político que llenó de espectaculares zonas de Puebla y Tlaxcala, donde la frase: “El brazo fuerte de la gente” retumbó con severa paradoja, pues el personaje en cuestión, ha sido todo, menos cercano a los ciudadanos.

Ha sido el brazo fuerte sólo de intereses cupulares, partidistas y de una presunta red de corrupción donde los negocios personales que se han hecho al amparo del poder son exultantes para su círculo familiar y de socios, uno de los cuales, (Arturo Rueda) se mantiene en prisión.

Así con este estilo de abierto derroche de recursos y con una campaña más que adelantada, Mier intenta presumir el viejo músculo que descansa en la denostada figura de un Mario Delgado quien le dio el espaldarazo sin la garantía de lograr nada de nada.

Del otro lado está el gobernador Miguel Barbosa quien con su estilo de primitivismo político lanzó la advertencia al decir que el Secretario de Gobernación no pondrá candidato a la gubernatura en Puebla, pues será “el pueblo” quien lo elija.

Es decir, el gobernador Barbosa se erige como “todo el pueblo” “la ciudadanía” y hasta en una de esas, nos da órdenes de a quién votar.

Que alguien le explique al mandatario estatal que la vacuidad de su mandato es la etiqueta de lujo para revirarle tal aseveración.

El espionaje a sus opositores tal y como lo hizo su acérrimo enemigo Rafael Moreno Valle no le garantiza control, ni continuidad.

La política y el poder son circulares y todo puede caer o derrumbar a quienes sienten la unción de ser el elegido o el mandamás en tiempos donde hacer política vieja, resulta un riesgo para sus propias aspiraciones o ambiciones de mantener el control.

Que el espionaje y la corrupción los redima como en sus mejores tiempos de perredista y priista cortados con una tijera sumamente parecida.

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