18 Septiembre 2020

186 días de aislamiento [ahora parcial]

Querida Lucía,

Espero que estés muy bien.

Te escribo porque te he pensado muchísimo en estos días lentos y grises de fin de verano que se ha tornado todo llovizna y huracanes. Me encantan los días que empiezan con lluvia y pasan entre el chipi chipi sobre el tejado que anuncia la llegada del otoño. ¿Cómo estás?

Septiembre nos ha encontrado con que hemos estado seis meses, dos estaciones, 27 semanas, 186 días en espera de que la pandemia se levante. Una pequeña parte de vida se nos ha ido entre cuatro paredes y viendo como afuera una enfermedad arranca millones de vidas al mundo. Novecientos cincuenta y nueve mil muertos a nivel mundial.

¿No te parece que uno nunca deja de pensar en septiembre como el comienzo de un ciclo?

Nuestro ciclo debía comenzar con que el bebé fuera al maternal, pero eso se ha pospuesto indefinidamente. Por lo pronto hemos instalado en casa una nueva rutina que incluye un rato de “escuelita en casa” para hacer actividades educativas, leer libros, practicar habilidades y explorar juntos. Yo pensé que iba a ser muy pesado, pero descubrí con ternura que enseñar a mi hijito es enormemente satisfactorio. Me llena de orgullo verlo concentrarse en su trabajo diario, verlo madurar y hacerse más independiente. No todos los días es perfecto, ni fácil, ni se logra lo que uno quisiera (a veces no se logra nada) pero es bonito ver al nene crecer y aprender herramientas que le servirán cuando finalmente pueda ir a la escuelita.

Por otro lado, el relajamiento de las restricciones por la pandemia permiten que ahora podamos salir al menos dos veces en la semana a jugar al jardín botánico local o caminar en el parque, lo que le da un respiro muy necesario a los meses de encierro. Sin embargo, el trabajo para los adultos sigue siendo un reto. En el mundito de los no-esenciales, es complicado trabajar sin tener contacto con otras personas, con los colegas que en el intercambio diario nos estimulan o suman ideas, que retroalimentan de manera que el zoom permite pero no promueve. Especialmente cuando lo que más quiere la gente es cerrar la sesión y cerrar la ventana a su espacio privado.

Aun así, una de las cosas positivas del trabajo en casa que he escuchado de varias personas es que elimina los tiempos de transporte y ha cambiado dinámicas de trabajo, permitiendo que el trabajo empiece a su hora y que, cuando termina, uno ya esté en casa, libre de pasar la siguiente hora en tráfico o transporte y llegar exhausto. De muchas maneras, estamos re-valorando la calidad de vida que tenemos, la que durante esta pandemia y con estas restricciones, evidencia la explotación laboral mostrando las actividades sinsentido que empresas imponían, los tiempos de transporte que nos ahogan y un sin fín de cosas más. Es indudable que esta crisis nos obliga a replantearnos estos temas cuando-todo-esto-acabe, y que evaluemos lo que es importante para nosotros como sociedad, como comunidad y en nuestros grupos de trabajo y familias. ¿Qué es lo que priorizaremos al final de todo?

Y eso me hace pensar en la vacuna. Hay proyectos que parecen prometedores y que comienzan a caminar hacia las últimas facetas de pruebas para su producción en masa. De ser exitosos se tendría una vacuna en tiempo récord cuando las vacunas históricamente han tardado muchos años en crearse y producirse. En cambio, ésta será producto de la cooperación y la información abierta de científicos y laboratorios para alcanzar conjuntamente resultados. Es extraordinario. Pero así como los científicos se encuentran en una carrera a contracorriente, así los vicios del mercado se lo comen todo y arrebatan y codean a todos en el camino del capitalismo voraz, de los nacionalismos exacerbados y la más burda gandallez.

Blanche Petrich publicó hace días un artículo donde apunta que los países más poderosos del mundo están acaparando de manera anticipada la compra de más de dos mil millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 ¡cuando estas aún no existen! Países como Gran Bretaña y Estados Unidos buscan obtener prácticamente cinco vacunas per cápita cada uno mientras países pequeños y sin recursos posiblemente se queden sin vacunas suficientes para el total de su población*, lo que obligará a tomar decisiones aberrantes e injustas cuando deban inocular a su gente.

Es una pesadilla.

Es curioso que cuando comenzamos esta pandemia, se hablaba del efecto democratizador de la enfermedad, que le daba a ricos y pobres, en cualquier lugar del mundo y que no habría quien se salvara. Ahora vemos, que esas patrañas son para los ingenuos. Resulta que hay quienes son más iguales que otros.

¿Cómo pasaste el 15? Yo estuve en casa cenando temprano una orden de chalupas (buenísimas) a domicilio mientras veía la rifa especial del costo del avión presidencial. Jamás en la vida me he ganado un premio de sorteo, compramos el boleto sabiéndolo una especie de impuesto voluntario. Pero me gustó mucho ver la ceremonia del sorteo, a los niños gritones y más tarde el grito sobrio y respetuoso como yo esperaba que fuera.

Ahora pienso en ese 15 de Septiembre en 2010 que pasé en tu casa rodeada de tu familia, con unas tostadas que por alguna razón recuerdo vívidamente, los sobrinos corriendo por todos lados, tus primos y tíos. Recuerdo que veíamos los fuegos artificiales desde la estación del metro donde me fuiste a encontrar. Fue una noche maravillosa de resistencia, de planes y sueños que veríamos desenvolverse y ver la luz en la década que le ha seguido. Cada quince pienso en esa noche y en tu amistad que extraño tanto.

Te abrazo con cariño y espero tenerte en casa celebrando pronto.

Siempre
Bilhá

Petrich, B, “Peligrosa desigualdad en el acceso a las futuras vacunas, advierte experto”, La Jornada, 03-09-2020- https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/09/03/peligrosa-desigualdad-en-el-acceso-a-las-futuras-vacunas-advierte-experto-7664.html