La Fonoteca Nacional ha hecho pública, con cautela, una grabación radiofónica en la que Frida Kahlo recita fragmentos de Retrato de Diego, un texto que escribió en 1949 para describir a su esposo, el también pintor Diego Rivera.

Este día, en conferencia de prensa se celebró el hallazgo y de acuerdo con Pável Granados, director de la Fonoteca Nacional, el archivo fue encontrado en el acerco de Álvaro Gálvez y Fuentes, “El Bachiller”.

La grabación fue rescatada por investigadores de la Fonoteca Nacional quienes encontraron este material en y podría tratarse de una grabación de 1953 o 1954.

El hallazgo destaca porque hasta la fecha, su voz era un enigma.

“Ha sido un enigma, una búsqueda constante desde que inició la Fonoteca. Hasta ahora no hay una grabación de Frida Kahlo.”

Pável Granados señaló que Guadalupe Rivera, hija de Diego Rivera, escuchó la grabación y confirmó que sí reconocía la voz de Frida.

Mientras comenzarán con los trabajos necesarios para que no haya ninguna duda de que efectivamente es la voz de la pintora.

En este archivo también se han encontrado las voces de José Revueltas, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Salvador Novo y Consuelo Velázquez.

Mientras, Alejandra Frausto, secretaria de Cultura, insistió en que aún faltan varias pruebas para autentificar el audio, sin embargo cuenta con muchos elementos que lo hacen verosímil.

“Es un hallazgo que tiene muchos elementos que pueden identificarse como la probable voz de Frida Kahlo, sin darlo como cierto al 100 por ciento”.

Este es el texto que lee la pintora:

“Con su cabeza ciática, sobre la que nace un pelo oscuro tan delgado y fino que parece flotar en el aire. Es un niño grandote, inmenso, de cara amable y mirada triste. Sus ojos saltones, oscuros, inteligentísimos y grandes están difícilmente detenidos. Casi fuera de las órbitas por párpados hinchados y protuberantes como de batracio.

Sirven para que su mirada abarque un campo visual mucho más amplio, como si estuvieran construidos especialmente para un pintor de espacios y multitudes. Y muy pocas veces, desaparece de su boca búdica, de labios carnosos una sonrisa irónica y tierna, flor de su imagen.

Viéndolo desnudo se piensa inmediatamente en un niño rana, parado sobre las patas de atrás. Sus hombros infantiles angostos y redondos terminan en unas manos maravillosas pequeñas y de fino dibujo, sensibles y sutiles como antenas que comunican con el universo entero. Es asombroso que esas manos hayan servido para pintar tanto y trabajen todavía infatigablemente(…)

Su forma es la de un monstruo entrañable, el cual la abuela antigua ocultadora, la materia necesaria y eterna, la mujer entre todas ellas, yo, quisiera siempre tenerlo en brazos como a un niño recién nacido…”