Redacción PH

Israel se convertirá esta medianoche en el primer país del mundo en cerrar sus fronteras por completo a los extranjeros para prevenir la expansión de la variante ómicron de COVID-19, además de imponer cuarentena obligatoria para los ciudadanos israelíes que regresen al país y otras restricciones internas.

Israel ha confirmado de momento un contagio con ómicron -una mujer israelí que regresó la semana pasada de Malawi- y tiene otros doce sospechosos a la espera de ser verificados, también viajeros procedentes de África.

Esta “estricta” medida, que estará en vigor durante dos semanas a la espera del desarrollo de la nueva variante, pretende “mantener Israel protegido del exterior y abierto a nivel interno”, dijo hoy el primer ministro, Naftali Benet, que concretó que pese a “no ser un paso fácil” es algo “necesario y temporal”.

El jefe de Gobierno -que desde que asumió el poder en junio apostó por mantener la economía abierta con limitaciones internas ligeras- pidió “paciencia y disciplina” a la población y aseguró que el Ejecutivo “revisa la situación todos los días” para “ajustar los pasos y restricciones”.

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El gabinete interministerial del coronavirus decidió anoche cerrar los aeropuertos a vuelos internacionales de todo el mundo, lo que implica un nuevo cerrojazo al turismo después de que el país se abriera el pasado 1 de noviembre -tras año y medio clausurado-.

La medida, tomada como precaución ante una variante que podría ser más contagiosa y resistente a las vacunas, entrará en vigor dos días después de que Israel prohibiera los viajes hacia y desde casi todos los países de África -a excepción de Egipto y el Magreb- incluidos en la “lista roja”.

Los extranjeros que, bajo casos excepcionales, puedan acceder a Israel, deberán hacer aislamiento en hoteles controlados por el Estado y bajo estricta vigilancia.

A su vez, el gabinete decidió reestablecer la vigilancia por parte de los servicios de inteligencia de los contagiados que regresen del exterior, con el polémico rastreo de sus teléfonos móviles para asegurar que cumplen la cuarentena.

También ha impuesto otras restricciones internas, como la reducción de 100 a 50 del número de personas que se pueden reunir en actos públicos, lo que afectará a los eventos de la festividad de Hanuka, una de las más relevantes del calendario judío que arranca hoy al atardecer.

Desde el inicio de la pandemia, Israel es uno de los países que ha tomado medidas de cierre con el exterior más rápidas y contundentes: mantuvo sus fronteras cerradas a turistas extranjeros desde marzo de 2020 hasta este mismo mes, y a inicios de 2021 incluso vetó el acceso a israelíes desde el exterior por más de un mes.

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La directora de servicios de Salud Pública de Sanidad, Sharon Alroy-Preis, aseguró hoy que el potencial de contagio con ómicron parece “muy alto”, pero matizó que los vacunados que se infectaron solo padecieron síntomas leves y no desarrollaron casos graves.

Todo ello se produce mientras las autoridades israelíes siguen considerando clave la vacunación para evitar una nueva ola de la pandemia. Desde este verano se focalizan en la aplicación de la tercera dosis de Pfizer, con la que ya se inocularon más de cuatro millones de personas, entre una población de 9.3 millones.

A su vez, Israel comenzó también a vacunar a los niños de entre 5 y 11 años esta misma semana, una campaña que avanza más lentamente ante las reticencias de algunos padres y en la que por ahora solo se inoculó al 0.02 por ciento de los 1.2 millones de niños elegibles para ser vacunados.

Con información de EFE