La paridad de género y la violencia política son dos conceptos que tomaron suma relevancia luego de mucho trabajo de mujeres que desde diferentes escenarios, exigieron piso parejo y eliminar la violencia en las prácticas “tradicionales” de esa política fuera de tono.

Pero resulta, que algunas mujeres, vieron en la paridad la oportunidad perfecta para negociar prebendas, candidaturas, relecciones y enjuagues que difícilmente reivindican la lucha de género.

Y es que un logro consumado por mujeres, se ha convertido en el instrumento usado por el dirigente nacional del Partido Acción Nacional, Marko Cortés, para disfrazar de paridad, lo que en realidad se trata de una desbandada para articular a las “Juanas Azules” que serán utilizadas como “tropa” de primer frente para que el líder nacional de los panistas, busque mantenerse en un puesto donde sólo ha mostrado incapacidad, ineptitud y debilidad para aglutinar a su propia militancia.   

La estrategia del “inteligente” dirigente blanquiazul no puede dejar al margen la ambición fraguada en Puebla a través de la dirigencia estatal liderada por Genoveva Huerta, cuyos méritos se los ganó a pulso, como viuda del morenovallismo y vieja aprendiz de las prácticas lascivas donde la imposición de candidaturas y la guerra sucia contra sus opositores, coronaron los triunfos pírricos de un grupo de neopanistas, impulsado por la mujer que como servidumbre de Moreno Valle, llegó sólo para cuidar la puerta y se metió hasta la cocina.

Genoveva suele llenarse la boca y las ganas cuando habla de género, sin embargo, habría que escuchar la voz de mujeres panistas que enfrentaron el bloqueo, la guerra sucia y los golpes bajos de su Presidenta, sólo por oponerse a ser parte de un séquito malsano.

Hoy, esta joyita de la viudez morenovallista, intenta venderle a su militancia un discurso rancio de paridad política de género, cuando ella ha sido una de las principales violentadoras para frenar a sus opositoras.

El piso parejo no lo conocen Genoveva ni su patiño Eduardo Alcántara.

Luego de acomodar en candidaturas, regidurías y cargos administrativos a incondicionales y familia política, la Presidenta estatal del PAN empezó a reclamar espacios y cargos en los ayuntamientos panistas que se alzaron con la victoria.

No conforme con lo anterior, ahora pretende repetir en la dirigencia estatal de su partido y a la vez, conservar su curul como diputada federal en San Lázaro.

Es decir, que la viuda del morenovallismo pretende cobrar sueldo por dirigir al PAN en Puebla pero a la vez, también pretende estirar la mano para cobrar su jugosa dieta en San Lázaro.

La paridad de género y la violencia política nada tienen que ver con la estrategia “acomodaticia” y gandalla de mujeres que sin una real militancia, llegaron sólo para cumplir órdenes de un personaje que dividió y dicho sea de paso, destrozó al panismo local, en aras de crear una corriente de nuevo panismo donde la máxima siempre fue: Hacer negocios para él y sólo para él.

@rubysoriano

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