Sus méritos están a la vista y no me refiero a su desempeño laboral, sino a ser el sobrino de Julia Abdala, “pareja sentimental” del director de la CFE, Manuel Bartlett.

Con este “mérito” Abdala guerrea desde hace más de dos años. Primero en Morena, donde no dio una en lo político y mucho menos en los encargos territoriales que le dieron.

Luego por los buenos oficios de su tío político, lo acercaron el calor presidencial para nombrarlo como rimbombante delegado de la Secretaría de Bienestar en Puebla, desde donde se decía tendría la mano de hierro, el derecho de picaporte, los hilos políticos, en fin.

Sin embargo lo que hemos visto de Abdala Dartigues es un manejo caótico que raya en la negligencia e irresponsabilidad.

Sin crear una estrategia logística para que el Programa de Vacunación en Puebla opere de manera coordinada con el Gobierno Estatal, el grisáceo delegado comete errores que evidencian la falta de organización y sensibilidad para el trato que se debe dar a los adultos mayores.

El pleito entre el Gobernador Miguel Barbosa y el delegado Rodrigo Abdala traspasó esos límites donde la población no tiene por qué pagar los embates de dos personajes políticos.

Con los padrones de beneficiarios a su entera disposición, el titular de Bienestar se ha dedicado a confabular con resultados mediocres.

Puebla es hoy en día uno de los lugares a nivel nacional, donde el programa de vacunación refleja una desorganización y lentitud debido a la falta de organización del delegado federal.

Es lamentable que en tiempos de la llamada Cuarta Transformación los desencuentros políticos provoquen efectos lamentables en la efectividad para agilizar el proceso de vacunación entre la población de adultos mayores.

Los membretes políticos así como los padrinazgos y cercanías políticas siguen pesando e incidiendo en los resultados que tendría que tener una población vulnerable que merece un trato digno y preferencial en la aplicación de vacunas.

Las imágenes que circulan sobre el proceso de vacunación en Puebla indignan, sobre todo cuando miles de adultos mayores pululan sin información fidedigna y con la burocracia desorganizada que poco acierta responder frente a tantas preguntas.

Puebla nuevamente es un referente en los índices nacionales. Aquí el proceso de vacunación fluye a cuentagotas y con una ausencia de sensibilidad para facilitar el proceso a quienes hoy son los que más necesitan recibir las dosis para aminorar sus riesgos de contagios.

Nada cambió.

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