Ruby Soriano

Me alegra y celebro que hace unas semanas el esfuerzo principalmente de la diputada Rocío García Olmedo haya rendido frutos en las reformas que harán posible la sanción por violencia política que se ejerce particularmente contra mujeres poblanas.

Sin embargo, es motivo de análisis lo que ocurre con la otra violencia política, la que se ejerce debajo de las cañerías institucionales y partidistas, donde muchas mujeres pueden dar testimonio de lo que ya se vive, no en uno, sino en varios partidos contra militantes o simpatizantes a las que se les empieza a advertir que pueden ser el centro de una campaña de desprestigio o intimidación si se les ocurre levantar la mano para buscar candidaturas en las elecciones intermedias de 2021.

En esta violencia política, la velada, la que se encarga de soterrar aspiraciones, participan mujeres, así que se puede decir que: Mujeres violentan mujeres.

Desde hace unas semanas vengo recibiendo testimonios de mujeres que no tienen ningún nexo o coincidencia partidista entre sí, más que las de ser mujeres y estar involucradas de lleno en la política local.

A una se le “avisó” de parte de otra mujer que ni intente moverse porque las diputaciones ya están dadas para las “santonas” que van en caballo de hacienda por convenirle ni si siquiera a los intereses de ellas mismas, sino a los intereses de terceros que encabezan los cacicazgos y grupos políticos de siempre.

Otra mujer de la política poblana que inició cabildeo para el trabajo rumbo a una diputación, la frenaron en seco, esta vez los “señores” de su partido fueron quienes le dijeron: “A ver, ahorita no te toca, va fulano porque ya metió recurso para asegurar su posición en la lista. Si tienes más recurso que él, adelante”.

A la tercera que se mueve en las merititas izquierdas, a ella le dijeron: “Del lado donde te estás moviendo primero va toda la parentela de la Presidenta que ya anda hasta prometiendo lugares en su lista”.

Esta es la otra violencia política que no se ve, pero se siente en la intimidación que se ejerce contra mujeres poblanas de diferentes militancias que saben que la libre participación es un mito, cuando en sus propias estructuras partidistas no se han terminado los padrinazgos o acuerdos para enviarlas a determinado distrito con una misión: Perder, porque así conviene a la negociación de sus dirigencias.

Ojalá cada vez haya más mujeres involucradas en la política que hablen de esta otra violencia, la oculta, la que sigue intacta y que se ejerce frenando aspiraciones y proyectos por priorizar los intereses de partido que están muy lejos de favorecer las verdaderas aspiraciones de las mujeres poblanas. Son tiempos de acabar con las viejas y obsoletas formas de amedrentar o minimizar la participación de mujeres en la política. No se trata de colocar en agendas al feminismo extremo o al otro feminismo el que busca sólo hacer negocios con las mujeres. Se trata de otorgar equilibrio en tiempos donde las mujeres cambiaron discursos, están más preparadas y pueden resultar mucho más competitivas que los viejos y desgastados cuadros partidistas del sempiterno cacicazgo que sigue apadrinando las viejas mafias de poder.

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