La elección interna del PAN en Puebla nos dejó claro a los espectadores que hoy los partidos políticos, sin distinción de colores e ideología, tienen anulada la palabra DEMOCRACIA para igualar a sus opositores actuales y de antaño.

En una verdadera orgía de simulaciones, los panistas en Puebla dieron cátedra de: Elecciones de “Estado”, delitos electorales, compra de votos, tinglados electorales y todo tipo de farsas, con miras a la rebatinga de candidaturas que representa el 2024.

Los poblanos somos observadores de un enfrentamiento panista donde poco tuvo que ver la llamada libertad o respeto de voto.

Todos los involucrados en esta elección, ambicionan un hueso, un puesto, una gubernatura, una presidencia municipal, una diputación, una regiduría, -como debe ser en la política- entendida desde la óptica que da el poder de igualar a todos aquellos que criticaron.

Es irrefutable la máxima que se da en este tipo de procesos donde:

“Los carniceros de hoy, en algún momento, serán las reses de mañana”.

Genoveva Huerta se ha ganado a pulso el descrédito de su propia militancia donde es una realidad que en el pasado proceso electoral, la dirigente se sirvió con la cuchara grande, maniobrando a su favor las candidaturas y golpeando internamente a su correligionario Eduardo Rivera.

Digamos que Geno está recogiendo el resultado de muchos de sus errores.

Del otro lado, está la “emergente Augusta” que llegó a ser la carátula de los intereses de un grupo con nombre y apellido, donde se siguió la misma línea de cerrazón, sólo para los intereses de un grupúsculo.

Pero aquí sí hay que preguntarle al presidente municipal Eduardo Rivera a quien se le dio el voto de confianza para gobernar Puebla, si se usaron recursos de su Ayuntamiento y la infraestructura oficial para respaldar a sus encomendados Marcos Castro y Augusta Díaz de Rivera.

Como ciudadanos tenemos la obligación de preguntar, tal como lo hemos hecho a cualquier gobierno electo para servir a una sociedad y no únicamente a los intereses partidistas.

Los panistas sabrán a quién le dan el triunfo, sin embargo hoy nos queda claro que fuimos testigos de una proceso tan manoseado que develó a un panismo que no volverá a ser el mismo.

Hoy se recruce la fragmentación de los militantes azules donde el grupo ganador irá por repetir la misma historia que ya la vimos desde el proceso de elección: Imponer los intereses del poder en turno, manosear candidaturas, desplegar recursos vengan de donde vengan y escribir las nuevas historias negras, donde estaremos frente a nuevos damnificados políticos.

Y es que de un lado, se intentó preservar lo que queda de los restos morenovallistas y del otro, van rumbo a la repartición del pastel, no en rebanadas, sino a mordidas.

La tragicomedia azul es hoy una burda copia de cualquier interna en el PRI o incluso en Morena. Canguros contra ratones.

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