Un bombardeo coordinado anunciado previamente anunciado por Donald Trump, presidente de los Estados Unidos sucedió en Damasco, ciudad de Siria en supuesta respuesta al ataque químico que lanzó el gobierno sirio contra pobladores.

El ataque ocurrió cerca de las 4 de la mañana en Damasco, en él participaron Estados Unidos, Reino Unido y Francia.

La fuerza tripartita lanzó 103 misiles de crucero contra Siria desde vehículos militares distintos y el ataque no duró más de 70 minutos.
En conferencia de prensa Trump aseguró que estos ataques eran en respuesta a los ataques químicos realizados por el gobierno sirio contra su población con cloro, gas sarín y otros agentes nerviosos y que deberían de servir para “establecer una disuasión fuerte contra la producción, distribución y uso de armas químicas”.

Presuntamente, Estados Unidos atacó las fábricas donde se elaboran las armas químicas. Según CNN, los blancos del ejército norteamericano fueron un centro de investigación científico en Damasco; dos instalaciones de almacenamiento de armas químicas y un centro de mando en Homs.

La ofensiva fue justificada por sus aliados, mientras Emmanuel Macron, presidente de Francia dijo estar en contra de la normalización del uso de armas químicas, la Primera Ministra Theresa May advirtió que “no es una intervención en un guerra civil. No es sobre un cambio de régimen; es sobre ataques limitados y dirigidos que no escalan las tensiones en la región y que hace todo lo posible para evitar bajas civiles”.

Es decir, debería esperarse que los ataques cesen, pues Estados Unidos y sus aliados no pretenden seguir bombardeando si, por ejemplo, el Gobierno sirio continúa atacando a la oposición armada y a los civiles con armas convencionales.

El Pentágono dio por terminada la operación y se duda que más ataques de esta coalición estén a la vuelta de la esquina.

 

¿Y Rusia?

Hasta el momento Rusia, principal aliado de Siria junto a Irán, no ha fijado una postura respecto a la intervención estadounidense ya que, como se dijo anteriormente, fue un ataque a blancos específicos que tuvo poco impacto en los habitantes.

Tras la ofensiva, Vladimir Putin, presidente de Rusia, llamó a una sesión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU, pues consideró que el ataque representa una “”ruptura del capítulo de Naciones Unidas y de los principios de la ley internacional”.