Nos salieron caros, muy caros esos muebles del Congreso en mensualidades de 50 mil pesos a 36 meses.

Parecía un ofertón, los vendieron como piezas únicas, casi casi piezas de autor o hechos por los mejores ebanistas.

Pero al final ni siquiera fueron trabajo de carpinteros, ni aprendices. Hasta las producciones en masa que vienen de China, hasta los cuadros, juguetes y otros objetos que salen de San Miguel o las repisas que hacían en el taller de carpintería en la secundaria estaban mejor hechos que nuestros muebles del Congreso.

Y es que además de caros fueron de mal gusto.

Hablo de la LX Legislatura, la de ‘la transformación’ o transmutación digo yo…

pero a la decadencia

Con Moreno Valle eran hombres y mujeres que se sabían intocables y encumbrados en el poder, con sonrisas y actitudes burlonas, a veces inaccesibles y otras mínimamente enterados –pero enterados- de lo que se discutía y con la posibilidad de responder.

Y la oposición, al menos en discusión y presencia hacían que voltear a ver al legislativo fuera interesante.

Pero todo se acaba y así como –según AMLO- se acabó ‘la larga noche neoliberal’, en Puebla llegó a su fin y de manera exabrupta el morenovallismo.

¿Así debía acabar? pus no, pero algo es algo.

Y Puebla salió del morenovallismo después un accidente y ¡pum! llegó el barbosismo, que dice que ‘no es lo mismo pero es igual’.

Entonces la LX Legislatura transmutó, pasó de ser una legislatura que prometía un sustancioso e interesante debate legislativo por aquello de Martha gobernadora- Congreso lopezobradorista, a nada.

Ahora con Barbosa los diputades transmutaron y se convirtieron en puros muebles, los diputades y más los de la cuatroté se redujeron a merolicos y focas aplaudidoras sin voz, menos votos.

Muebles caros y feos, muebles de 50 mil pesos al mes que sólo sirven para decir sí señor a cuanta iniciativa llegue de Casa Aguayo.

Hasta los deleznables comentarios de Héctor Alonso tuvieron más congruencia (porque siempre macho nunca inmacho) que las intervenciones de Vianey o Tonantzin, reducidas a aplaudidoras que por más corazones morados, verdes, banderas LGBT+ y jastags que usen en sus biografías en redes, no entienden el significado de la lucha feminista y lo que representa ser una mujer en el poder.

Muebles viajeros… como nuestro Gerry Islas que pasó casi el último año o más sin aparecerse en el Congreso… el muchacho anduvo viaje y viaje haciendo trabajo de campo para el partido dese que ya ni siquiera recuerdo cómo se llama y perdió su registro nacional…¿Fuerza X México?


Muebles en fuga (tú JJ sabes quién eres).

Muebles multicolor
porque cambiaron de partido una y hasta más veces (holi Nora Merino, Liliana Luna, María del Carmen Saavedra, Miguel Trujillo de Ita, Mónica Lara, Carlos Alberto Morales, Jonathan Collantes).

Muebles que bien pudieron ser floreros pues de esta Legislatura conocí más exhortos que iniciativas… exhorto para que los lunes se hagan honores a la bandera, exhorto para que se garantice el gel antibacterial en todas las dependencias, exhorto para que al nombre de tal lugar se le agregue el apellido de tal persona.

Exhorto para los exhortos sirvan de algo y no solo nos sirvan para simular que los diputades trabajan y el que lo consiga buen desexhortador será…

¡Ay! quien diría que esos muebles de la cuarta transformación nos saldrían tan feos y lamentables.

¡Qué bueno que ya se van!

¡Qué lástima que se quedan unos!

Qué mis muebles de la LX Legislatura se queden como un ejemplo de lo que no se debe hacer y los nuevos diputados que llegan (no los gandallas líderes y viejos lobos de mar), entiendan que llegar “no siendo políticos” no les da derecho de burlarse de la investidura de legislador y limitarse a ser un mueble del Congreso.

Mención aparte para la diputada Rocío García Olmedo la única que, al menos, en la despenalización del aborto y temas de género mostró congruencia y conocimientos de los tema sin cantiflear.

Verdat de Dior.

Twitter: @Fitoles