Una cuenta más para el nocaut está recibiendo el marinismo. Bueno dos.

La orden de aprehensión que Mario Marín Torres está teniendo que sortear por medio de un amparo, ante las implicaciones del caso Lydia Cacho y La decisión final del TEPJF que ratifica la calidad de candidato de Luis Gerónimo Miguel Barbosa y que, en consecuencia, legalmente está frenada la posibilidad de que Alejandro Armenta Mier ocupe el lugar de Barbosa en la contienda que se definirá el 2 de junio.

Es Evidente y no existe duda, que Alejandro Armenta es de filiación marinista. Ahí, con el ex gobernador, políticamente nació, creció y fue arropado por la tremenda fuerza que en su momento ha mostrado. Ha disfrutado de las mieles de pertenecer a ese grupo.

Nunca alguien, ni él, lo han negado.

Ningún código político o ley lo impide.

Mario Marín Torres logró crear una red, una estructura política en Puebla que le ha dado fortaleza y permanencia en el escenario del poder. Tras un receso obligado por disposición de Rafael Moreno Valle, en su intento por retornar, ha reivindicado su exposición pública en los meses en que Armenta, alumno distinguido, ha pretendido ocupar el máximo puesto en Puebla, que algún tiempo ocupó su mentor.

Ningún código político o ley lo impide.

Pero en ambos casos, la realidad, que no sabe o le vale madre la política y las leyes, es cabrona.

Podrán ambos insistir en su retorno al ejercicio del poder: Alejandro y Mario.

Ni la ley, ni la política lo pueden impedir.

Pero la realidad no sabe de pactos, acuerdos, compromisos, convenios o ambiciones.

Es cabrona.

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