Se está haciendo costumbre. Parece ser que al gobierno de “izquierda” le gusta comenzar el año con el pie correspondiente a la ideología que dice representar. El 2019 empezó con un brutal desabasto de gasolina que ocasionó caos sobre todo en la región occidente del país.

Hoy, en el 2020, estos arranques con el pie izquierdo no podían ser la excepción. Este 2020 empezó con algo que seguramente nos venderán como promesa cumplida en alguno de los múltiples informes que hace el presidente durante el año. En el 2020 arrancó el Instituto de Salud para el Bienestar.

La promesa de un sistema de salud digno de países nórdicos, con servicios de primerísimo mundo y sobre todo gratuito es solamente eso, una promesa.

El INSABI es ya una realidad, una realidad confusa. Una realidad que genera más preguntas que soluciones y que por el momento no es ni saludable y parece traer más perjuicios que beneficios.

El INSABI NO es el sistema universal de salud que prometió López Obrador una y otra vez en campaña, pues aún no puedo llegar presentando sintomatología a los hospitales del IMSS, ISSSTE o de las Fuerzas Armadas. El INSABI es, por el momento, y al parecer será por un buen tiempo únicamente el substituto de lo que fue el Seguro Popular, quitándole así responsabilidad a los sistemas estatales de salud, las cuales ahora serán absorbidas directamente desde el presupuesto federal quien entre otras cosas se verá obligado a hacer todas las compras de medicamentos, contratación y capacitación de médicos y enfermeras y por supuesto de pagar la nómina de todos los empleados, de los cuáles hasta hoy no se sabe si serán los mismos que trabajaban para el Seguro Popular o se hará una nueva contratación, dejando así el espacio perfecto para la contratación de médicos extranjeros, específicamente cubanos.

El INSABI, como la mayoría de los proyectos de esta administración, nace con la mejor de las intenciones, pero sin la menor regulación, porque ¿para qué regular, si ya se acabó la corrupción? (hola Bartlett)

El INSABI, a diferencia del Seguro Popular, no maneja un esquema preventivo, es decir su función no está en la prevención de enfermedades, sino que centra sus funciones específicamente en la atención médica, no en atención preventiva.

El INSABI ha nacido sin saber que ha nacido, es como un bebé, se tiene que dar cuenta de todo lo que tiene. Es tal la confusión que no sabemos si quienes lo dirigen tienen la información y no la han sabido bajar a sus subalternos o aún están esperando que les digan qué hacer.

El INSABI es hoy la nueva pesadilla, de esas que ya sabemos que no le quitan el sueño a López Obrador, por la abismal falta de información no sólo a la población en general, sino dentro del personal que labora, o no sabe si labora, dentro de él.

Parece ser que la estrategia de principio de año entre quienes conforman la mal llamada cuarta transformación, es dejar estallar las crisis y en lo que se encuentra la solución que los haga verse como héroes ante la población vulnerable, encuerar a Gerardo Fernández Noroña.

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