El triunfo de Eduardo Rivera Pérez a la alcaldía de Puebla deja una lectura dura para esa izquierda que enfundada en la figura de la presidenta municipal con licencia Claudia Rivera Vivanco, recibió un revés contundente de la ciudadanía frente a los desatinos y acciones erráticas que en dos años exhibieron inexperiencia y mucha, mucha corrupción.

En este proceso electoral intermedio, quedó claro que Morena en Puebla terminó pulverizada por sus propias guerras intestinas, que provocaron vendettas de antología exhibiendo excesos de aquellos que llegaron con el lema de austeridad republicana y terminaron con excesos monárquicos.

Si bien las cifras seguirán fluyendo y Morena conseguirá abrirse paso en el interior del Estado con alcaldías y diputaciones locales, la joya de la corona se perdió en una dolorosa y humillante derrota de dos dígitos.

Para Morena Puebla es una dura lección resultado de mucha ambición acumulada en personajes que arribaron al partido del presidente y otros que desde sus bases fundadoras se sintieron el nuevo mesías de la aldea.

El voto de castigo para Rivera Vivanco fue un factor que la sepultó frente a la oleada de protestas que fueron reales y la confrontaron en diferentes momentos de su campaña.

Queda claro que la reelección en su primer experimento arroja resultados negativos cuando se trata de votar tras una evaluación de dos años de trabajo político.

Hace menos de tres meses, la alcaldesa decía en corto a sus allegados que ella sería quien repartiría candidaturas en Morena porque contaba con todo el apoyo federal.

Así como estas escenas, se recuerdan otras donde algunos de sus esbirros como Andrés García Viveros solicitaba a secretarios y funcionarios no meter las manos en licitaciones, pues esas se decidían en el primer equipo de la alcaldesa.

La violencia política de la presidenta municipal exhibida en grabaciones cerró la pinza para desmantelar su imagen y derrumbarla ante una ciudadanía harta de ver un Centro Histórico devastado por la delincuencia e inseguridad.

Las horas de la derrota serán largas para Rivera Vivanco quien ni siquiera se atrevió a encararla pues la devastó la misma soberbia de días anteriores con la que hizo gala de excesos de prepotencia con medios de comunicación.

Seguro la veremos regresar a la Presidencia Municipal de Puebla a intentar limpiar el desorden y encarar la ola de denuncias que contra su administración seguirán fluyendo.

El caso de Claudia Rivera en comunicación política es un claro ejemplo de la prefabricación de una marca personal muy lejana a la personalidad que mostró en su campaña de 2018.

Rivera “quiso pertenecer” e hizo todo por ser parte de un círculo de poder minúsculo donde le vendieron sueños irreales que terminaron alejándola de la realidad, donde su nombre y su gestión se desgastaron rápidamente ante los nulos resultados que entregó a la ciudadanía poblana.

Que sirva de experiencia para quienes piensan que la marca López-obradorista alcanza para seguir detentando el poder para poder.

@rubysoriano
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