En las próximas campañas electorales, los partidos políticos tendrían que eliminar de sus discursos la palabra unidad.

La selección interna de candidatos en los diferentes partidos, reflejan una carnicería entre correligionarios con resultados reservados.

Los morenistas poco podrán hacer con su llamada transformación, cuando hoy viven el fenómeno de los viejos tiempos perredistas, donde las tribus se cobrarán codo a codo las afrentas internas.

A dos años de la arrolladora ola de triunfos morenistas impulsados por la marca López-obradorista, ni puros ni neo izquierdistas han logrado encontrar el equilibrio para gobernar con resultados o cumplir con las promesas de esa cuarta transformación que cada vez se vuelve un mito electoral.

En tanto en el PAN la autodestrucción sigue a cargo de Genoveva Huerta y sus rasputines quienes forjaron una figura de sal que sigue al pie de la letra, las instrucciones de sus mentores que no son panistas.

Y en el PRI viven tiempos de duelo luego de la detención del ex gobernador Mario Marín y de su compadre Valentín Meneses, cuyo grupo ya había amarrado candidaturas para retomar la operación política en el tricolor.

En la chiquillada partidista sólo figuran los mismos rostros de los oportunistas disfrazados con nuevas siglas y colores que van tras la prerrogativas y el dinero electoral para garantizar cargos, amarres y acuerdos con quienes gobiernen.

En esta batalla campal que hoy se libra en Puebla, no tiene la mínima participación la ciudadanía que será quien vote el próximo 6 de junio.

Mientras en Morena un fuereño y desconocido Gabriel Biestro tiende sus armas, la decepcionante alcaldesa de Puebla Claudia Rivera sigue envuelta en la soberbia de los cantos de sirenas que la empujaron a seguir firme con sus sueños de reelección.

En el PAN la irónica empleada del Morenovallismo sigue encaprichada en bloquear al perfil más rentable, con el riesgo de agotar una negociación que derive en una debacle jamás pensada para el panismo en Puebla.

En tanto en el priismo recogen sus pedazos para intentar reinventar lo que hace mucho tiempo se fue, se perdió.

Con este panorama apoteótico ¿a usted le dan ganas de votar?

Serán semanas de intercampañas internas donde las luchas de lodo y campañas negras se adelantarán para ver cómo se destruyen azules vs azules, chairos vs chairos y dinosaurios vs dinosaurios.

Los propios partidos políticos son en estos momentos los más efectivos inhibidores del voto ciudadano.

Hoy frente a una sociedad golpeada por una pandemia, el desempleo, la crisis económica y la inseguridad, poco interesa si se destruyen Biestro vs Rivera.

El hartazgo y la ineptitud gubernamental definirán los votos de castigo para quienes hoy se sienten con los triunfos en el bolsillo.

@rubysoriano
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