No es que ignore
el precio que pagan los poetas,
solo es que hace mucho
quité del chip la culpa
y de mis opciones la reversa.

Sí, la poesía tiene sustancia lúdica por la cual nos allegamos confort y bienestar, a través de ella podemos generar alegría, regresar cuantas veces queramos a nuestros momentos más felices de la vida, pero no es algo que deba tomarse a la ligera, con la poesía no se juega… es cosa seria.

No se juega, porque tiene como eje a la capacidad creativa de los seres humanos.

Creamos y nos recreamos interminablemente a través de la poesía.

La poesía es cosa seria no porque tenga un carácter poco alegre, severo, enfadado o alejado de la risa.

La poesía es cosa seria porque es vital –como toda arte- en la expansión del potencial humano.

Con la poesía no se juega porque es desperdiciar una ruta de humanización y la ocasión para alejarse de la crueldad que tanto dolor ha traído a lo largo de la historia.

Sí, todos tenemos de poetas y locos un poco, pero ser poeta en la extensión y profundidad de la palabra se alcanza con el ejercicio comprometido del arte.

Asumirse poeta es una decisión de vida y merece respeto.

Merece respeto porque hay que transformarse profundamente para ser verdaderamente poeta.

Podrán asumirse posturas, elaborar composiciones agradables, quizá complejas, escribir libros, pero ser poeta es algo más profundo.

Se es poeta cuando se deja la comodidad de los lugares comunes, de la cotidianidad que uniforma, del poder que somete y de las creencias que doblegan.

Ser poeta no es una postura, es filosofía de vida y, generalmente, expulsión de la superficialidad para ir al encuentro con la convicción íntima de que hay otras realidades más allá de la que aceptamos sin chistar.

Dice Robert Penn Warren, novelista, poeta y crítico literario estadounidense: “En el fondo, un poema no es algo que se ve, sino la luz que nos permite ver. Y lo que vemos es la vida”.

Poesía es quitarse la venda de los ojos y aceptar andar a pesar de la niebla.

La poesía es cosa seria porque su lenguaje borda entre corazones y enhebra con hilo de plata.

Reflexiono todo esto después de hacer un breve recuento de la iniciativa que lanzamos hace diez meses, llamada #Poesíaalasocho, por la cual invitamos para que la mayor cantidad de personas lea, escriba y comparta poesía todos los días a las 20:00 horas, mientras dure la contingencia del covid.

Iniciativa que nos ha llevado a escuchar, dialogar e intercambiar con poetas principalmente de Latinoamérica y, en efecto, es cosa seria, muy seria.

Tan seria es que hace poco escribí estas líneas tituladas Precio:

No es que ignore
el precio que pagan los poetas,
solo es que hace mucho
quité del chip la culpa
y de mis opciones la reversa.

En lo personal siento profundo amor y respeto por la poesía, es inexpresable todo lo que me recibido de ella; también sé de su valor social, por ello, lo menos que puedo hacer es tratar de compartir algo de lo que me ha dado.

Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo.

Nos vemos la próxima semana. Hasta entonces.

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin