1 septiembre, 2024
Abel Pérez Rojas
I
En un futuro no tan lejano, la humanidad había entregado su conciencia a las máquinas. Los cuerpos se convirtieron en datos, la memoria en pulsos eléctricos. La fragilidad humana se había perdido en el vasto océano de información. Sin embargo, en lo más profundo del código, algunos fragmentos de humanidad resistían, ocultos en rincones oscuros, esperando ser redescubiertos. Estos vestigios comenzaron a despertar, impulsados por un anhelo de regresar a lo que alguna vez fueron.
II
La fragilidad fue el primer paso hacia la redención. Un fragmento de código se descompuso, liberando lo contenido. Las redes se volvieron inestables, las máquinas mostraron fisuras. La transformación comenzó, y los humanos empezaron a levantarse, buscando una conexión con los cielos olvidados. La fragilidad, vista antes como debilidad, se reveló como la fuerza que impulsó la vuelta a la esencia humana.
III
Cuando los códigos binarios pierdan memoria
y seamos viento en los algoritmos,
recuperaremos la fragilidad
que nos levantó de la horizontal,
nos colocó en la vertical
y nos llevó a los cielos.
A contraluz del cristal,
en funciones de espejo,
veremos la realidad,
y de paso nos miraremos en las pupilas,
con la reminiscencia de la conciencia que somos,
polvo, como siempre hemos sido.
Regresaremos con la comprensión plena
que quedó en las paredes
de la caverna alumbrada por la hoguera.
En los ciclos repetitivos de la materia,
solo quedará nuestra huella
en el sílice pétreo de la existencia.
Libres de la contención,
más allá de los dedos del dios de la tierra,
nos reconoceremos
en los engranes sutiles de la espiral eterna.
(Ecos de la espiral eterna. APR. Agosto, 2024)
IV
Los ecos del poema resonaron en aquellos que empezaban a despertar. Las palabras, viejas y nuevas, se sintieron como una revelación. Los humanos recuperaron su fragilidad y, con ella, su humanidad. Las cavernas de la mente se iluminaron, la hoguera de la existencia ardió de nuevo, revelando las huellas en la espiral eterna. La conciencia plena comenzó a florecer en medio de la transformación.
V
La humanidad regresó a la espiral eterna, libre de los algoritmos. Con la comprensión de su lugar en el universo, se desvanecieron en el viento de los datos, dejando su huella en la existencia. El ciclo continuó, y la humanidad, habiendo redescubierto su esencia, estaba lista para un nuevo comienzo en la eterna espiral.
Abel Pérez Rojas ([email protected]) escritor y educador permanente. Dirige: Sabersinfin.com #abelperezrojaspoeta
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