18 julio, 2018
redaccionph
Victoria Dorenlas, desde 1959 ha sido el rostro de la patria en la portada de los libros de texto gratuitos de Historia de México, sin embargo la historia de la mujer indígena originaria de Tlaxcala, que se inmortalizó en varios murales se mantiene en el olvido.
Sobre su apellido Dorenlas, Dorantes, Dorelas tampoco hay muchos datos a pesar de que su rostro apareció en más de 400 millones de ejemplares de libros de textos gratuitos.
En todos los libros y obras para las que posó se omite darle nombre o crédito, sin embargo sí existen datos de quien la convirtió en su musa: Jorge González Camarena, pintor y hermano de Guillermo González Camarena, inventor de la televisión a color.
Victoria Dorenlas —según el investigador de la UNAM, Antonio Luna Arroyo, autor del libro Jorge González Camarena en la plástica mexicana 1981— siendo todavía adolescente, originaria de Tlaxco, Tlaxcala, se casó con un pistolero al servicio de “un notable político” del estado de Hidalgo.
A pesar de ser casada, el pintor la cortejó insistentemente sin que la mujer, de indescriptible belleza, respondiera a sus requerimientos estéticos y sentimentales.
“Olvídese. Si mi marido descubre que estoy posando para usted, al día siguiente habría dos entierros. El suyo y el mío“.
Esas palabras habría dicho Victoria al pintor quien la conoció cuando trabajaba en un bar en el que solían reunirse, entre otros, el propio González Camarena, el Dr. Atl y Diego Rivera.
La insistencia no rindió frutos, y un día González Camarena advirtió un día que en casa de Victoria había un velorio. Presintiendo que aquel ser primitivo había ultimado a la mujer, el pintor se acercó a tal escenario descubriendo con asombro que el difunto era el violento marido de la tlaxcalteca.
El esposo de Victoria Dorenlas murió en una refriega y ella quedó viuda a los 19 años Después de respetar el luto de la hermosa indígena por 40 días, González Camarena volvió a la carga.
Tras el luto, Victoria no solo se convertiría en su modelo, sino también en su amante, cuya imagen se internacionaliza en el mural “Integración latinoamericana”, que el artista pintó, por encargo del gobierno de Díaz Ordaz e inspirado en el poema Canto general de Pablo Neruda, en los interiores de la Universidad de Concepción, en Chile.
Su belleza sensual se convirtió en una obsesión del artista jalisciense, que ña pintó y la dibujó en óleos, tintas, estudios, bocetos, retratos, murales, proyectos, carteles de hecho el de la portada del texto gratuito es uno de ellos que se convirtieron en temas del muralismo oficial y la propaganda gubernamental durante los sexenios de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz.
Su imagen se retiró de los libros de texto gratuitos en 1972 y reaparece en los libros de Historia de México en 1992 y nuevamente se omite toda referencia a este personaje, quien estuvo emparentado con la bohemia artística de México al lado de mujeres como Nahui Ollin, Frida Khalo o Tina Modotti.
Cuentan que ella estuvo luego viviendo en París, y que a su regreso era una consumada alcohólica.
Otras versiones aseguran que fue compañera de otro artista, Cutberto Escalante, escritor, pintor y poeta, en la vecina población tlaxcalteca de San Martín Xaltocan, donde moriría víctima de cirrosis.