1 junio, 2025
Redacción PH
No hay plazo al que no se llegue y este domingo 1 de junio es el día para votar por la renovación de una parte del personal del Poder Judicial, responsables de la impartición de justicia en el país en sus tres órdenes de acción: municipal, estatal y federal.
Y aunque la oposición impulsó una opulenta campaña nacional por la negativa a votar en la elección del poder judicial; no existe en esa petición congruencia ni razón para considerar benéfico para el desarrollo democrático de México, no salir a ejercer un derecho ciudadano.
Pues, no obstante que nuestra democracia es incipiente, siempre es mejor votar que no votar. Sobre todo, tratándose de la primera elección para elegir a magistrados, jueces y ministros, aún a pesar de lo confuso de las boletas y el escaso conocimiento del perfil de los contendientes; ya que siempre es mejor aprender en la práctica, que nunca practicar y todo siga igual.
Ciertamente nuestro sistema judicial es el más corrupto de entre los tres que conforman nuestro sistema político. Nadie sabe quiénes son los que imparten justicia, sus mandos, sus atribuciones y quién vigila su correcta actuación, de acuerdo con la ley.
Y a pesar de que, en gran porcentaje en esta primera elección del poder judicial los perfiles que contienden son del tipo de personajes que precisamente se buscó combatir con la reforma previa y posterior elección judicial; es lo que se tiene.
Pero, justamente, este es el inicio para conocer cada vez más a los responsables de impartir justicia, con nombre y trabajo, para evaluarlos en lo subsecuente, en las posteriores elecciones que ya serán parte de la vida democrática en el país; y se sabrá cada vez mejor, por quién votar y por qué.
Mientras tanto, iniciemos el proceso democrático, por imperfecto que sea; pues es necesario comenzar el proceso de la democratización para elegir en las urnas, a quienes ostentan el poder judicial.
En los otros dos poderes de la nación sus representantes ya se eligen en las urnas; los legisladores cada tres y seis años y el ejecutivo federal cada sexenio; y queda, por dar paso, a la elección de quienes ocupan el poder judicial.
Y así como en tema de libertades se ha dicho entre los más avezados en derechos humanos, democracia y defensoría de las mejores prácticas sociales que es mejor exceso de libertad que autoritarismo; en términos de democracia la visión debe ser similar, es mejor una incipiente democracia que ninguna democracia.
Así, en el arranque de una nueva etapa de la vida más democrática de México, a votar este 1 de junio por sobre todas las cosas; y dar, así, los primeros pasos hacia la conformación de un nuevo poder judicial, votado desde las urnas.
En un afán de abrir al escrutinio público el ejercicio de jueces, ministros y magistrados, que requerirán de los votos para ser elegidos; en un México donde cada vez, los sufragios son más valiosos y necesarios para ocupar cargos; de no ser así, no habría tanta pugna política en el marco de las elecciones.
Ahora el voto cuenta, y como ciudadanos debemos ejercer nuestro derecho y obligación cívica; y preferir una incipiente democracia que ninguna democracia.
Angélica Beltrán
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