16 mayo, 2021
Redacción PH
Redacción PH
Marco Rogelio Quesada, un docente BUAP que inspira desde hace siete años en el Bachillerato Internacional 5 de Mayo, donde enseña Francés, una materia que en los últimos seis años los ha situado por arriba de la media internacional, 4.9, con una calificación promedio de 5.2, algunos años incluso de 5.6.
Y es que al enseñar francés, una lengua que le apasiona, no sólo busca que sus alumnos aprendan su gramática, sino además la cultura, de Francia, pero también de los países francófonos, que bien pueden ubicarse en África, como Argel, o América, como Canadá o Haití. Una geografía disímbola que nos remite a la historia como humanidad.
“El programa tiene temas establecidos; por ejemplo, la tecnología, nosotros revisamos cómo se trabaja en México y cómo se realiza el mismo proceso en Canadá; lo mismo ocurre con otros temas, como cuidar el planeta, y hacemos lo mismo: qué hacen en México y qué hacen en Francia. Es decir, se trata de una comparativa de la cultura de México y de un país francófono”.
–Debe ser enriquecer.
–Sí, porque al tener más de una visión, los alumnos pueden hacer propuestas de cómo mejorar y cómo ser mejores personas.
Justo este punto le da sentido a su concepto de educar: “Hay que generar dudas. Yo les puedo decir que la baguette nace durante la Revolución Francesa o porque en París todos andaban armados con cuchillos…y el alumno se puede quedar con esto, creerme, o bien consultar algún libro o en internet. Parte de nuestro compromiso es generar una duda, ‘no me crean todo lo que yo diga: construyan un conocimiento’”.
En su opinión, la educación no se circunscribe a grados académicos, sino a formar para construir comunidad, sociedad: cómo somos, cómo nos comportamos, cómo vivimos, cómo nos vinculamos con el otro.
Él es bajito de estatura. También delgado y de andar resuelto. Mirada que denota templanza. Viste un traje claro, como sus ojos, amielados. Mira fijo. Hay quietud.
Egresado de la Licenciatura en Derecho y de la primera generación de la Maestría en Ciencias Políticas, de la Facultad de Derecho de la BUAP, tiempo en el cual a la par estudió francés, en el Centro de Lenguas (CELE) de esta Casa de Estudios, Marco Rogelio Quesada Pérez realizó más adelante un curso sobre “Lengua, cultura y civilización francesa”, en Francia, así como la Maestría y el Doctorado en Educación.
Además del francés, la política es una materia que le apasiona. Durante su maestría nació en él la disciplina por la lectura y el interés por continuar su formación. En los años 90, del siglo XX, se inició en la docencia, cuando compañeros del CELE lo invitaron a dar clases gratuitas en el zócalo de la ciudad. “Empecé a dar clases y de allí me seguí”, en un inicio alternando con la abogacía, pero al final se inclinó por la docencia, de la cual, expresa, “me enamoré”.
-¿Qué le enamoró de la docencia?
-La satisfacción que viene después. He tenido la fortuna de llevar a chicos a Francia, por algún intercambio, como profesor acompañante. Cuando un alumno se acerca a un mostrador a pedir algo, o en la estación de tren a comprar un boleto, empieza a hablar en francés y lo entienden, esos son los verdaderos exámenes: conmigo pueden sacar 10, pero si no pueden aplicar ese conocimiento, ese 10 no significa nada. Esta es mi satisfacción, verlos desenvolverse en otro país y en otro idioma que no es el suyo.
Sus ojos, pequeños, se achispan en el recuerdo. “He recibido correos de mis alumnos que han ido a Francia y me dicen que Francia es como les dije en clases. Otros, ya en la universidad, me han escrito para contarme que han sacado buenas notas en los exámenes de ubicación del francés. Todo esto me motiva, aunque yo digo que he tenido alumnos muy buenos”.
Durante la labor docente del profesor Quesada Pérez, quien revela que la primera vez que escuchó a uno de sus alumnos hablar en francés, lloró, hay anécdotas que lo ilustran.
“En 2019 un grupo de estudiantes del Bachillerato 5 de Mayo viajó a Francia, donde debían tomar las mismas clases del bachillerato al que fueron, y si bien no estaban obligados a entregar todos los trabajos allí asignados, una chica hacía todas las tareas, y lo hacía muy bien y esto era reconocido por los docentes de allá. Yo sé que es un logro de ellos, pero es satisfactorio. Como docente, soy sólo un acompañante, una guía de qué pueden hacer y cómo”.
Un acierto de las clases de Marco Rogelio Quesada, un amante del cine francés y la lectura, pero también de pasatiempos que no le quitan el sueño, como ver por tv partidos de fútbol y beisbol, es impartir la clase con métodos no tradicionales, para aligerar el estrés que pueden vivir los alumnos.
Así, narrativas, a través de las cuales introduce el conocimiento como quien cuenta una historia de pasillo, sustituyen la exposición formal: “la idea es que vayan aprendiendo sin darse cuenta, si en una clase yo les platico que a París le llaman caracol…no sepan que esto puede ser una pregunta en un examen de certificación o del diploma”.
-¿Cuándo siente que ha cumplido con su labor docente?
-Nunca. Lo único que puedo hacer es una pausa, detenerme a un respiro; unos se van, vienen otros, con los primeros se queda la añoranza y el recuerdo, con los segundos, el impulso para continuar.
Su materia, el Francés, es un curso relajado, expresa. “Sabemos adónde queremos llegar; ellos (alumnos) son buenos porque dan lo máximo y lo hacen muy bien, y digo que son buenos porque el mérito es de ellos, no mío…Yo sólo les platico algunas cosas que ellos procesan y asimilan”.
Y si bien en la labor docente hay tropiezos, para él son retos. “Es una labor de dos, debemos caminar juntos, al final siempre hay un aprendizaje, nunca nos vamos con las manos vacías”.