El asteroide 2018 LA fue descubierto por la NASA el pasado fin de semana, horas antes de que estallara contra la tierra y de acuerdo con los expertos fue su tamaño que no pudo ser localizado antes, sin embargo se desintegró durante su entrada a la atmósfera.

El avistamiento ocurrió sobre el territorio de Botsuana, en África, donde se observó al cuerpo celeste caer en la tierra envuelto en fuego para finalizar con un resplandor que terminó en el suelo.

El 2 de junio se le observó casi a la misma distancia que la órbita de la luna, sin embargo por la distancia y el tamaño no fue posible darle seguimiento, sin embargo se previó como punto de caída desde el sur de África hasta Nueva Guinea.

Los expertos calculan que el pequeño asteroide tenía un diámetro de entre dos y cinco metros, por lo que al entrar en la atmosfera terrestre se desintegró sin suponer un peligro real para el planeta.

No detectarlos sí es un peligro

Esta es la tercera vez que se halla un objeto rocoso de este tipo en las horas previas a su entrada en la atmósfera, lo que demuestra el peligro que suponen los asteroides y su hipotética colisión contra la Tierra, advirtió Paul Chodas, jefe del Center for Near-Earth Object Studies (CNEOS) de la NASA.

La primera vez que se observó un objeto rocoso con dirección a la Tierra fue en octubre de 2008, cuando el asteroide 2008 TC3 fue observado diecinueve horas antes de su impacto, tiempo que permitió calcular con mayor precisión su trayectoria.

La segunda ocasión en la que se logró predecir un impacto fue a principios de 2014. Unas horas antes de Año Nuevo se vio que el asteroide 2014 AA iba a entrar en la atmósfera terrestre sobre el océano Atlántico.

Dado el peligro que suponen los objetos próximos a la Tierra (bautizados en inglés como Near Earth Objects o NEO), diversas iniciativas en todo el mundo abogan por vigilar su trayectoria y estar preparados por si en un hipotético futuro hubiera que desviar un asteroide potencialmente peligroso, llamado al que incluso se ha unido la ONU.