El proyecto de nación es lo importante
“Solo hay dos proyectos de nación: el de la élite y el del pueblo.”
Consolidar un proyecto de nación al servicio del pueblo, en un contexto global dominado por el capitalismo, teniendo como vecino al país más poderoso del mundo con un presidente con características desequilibradas como Donald Trump, no es tarea fácil.
Los mexicanos con una verdadera ideología de izquierda, que aman profundamente a México y cuidan el presente porque sueñan con un futuro mejor para sus hijos y nietos, así como a los servidores públicos comprometidos con el bienestar colectivo por encima de sus intereses personales, deben permanecer alertas sin permitir que la derecha los confunda y los desvíe.
Desde la presidencia del general Lázaro Cárdenas del Río (1934–1940), México no había contado con gobiernos cuya prioridad fuera beneficiar a la mayoría de su población. Por décadas fuimos testigos de cómo los gobiernos se dedicaron a enriquecer a las élites, olvidándose de las necesidades básicas del pueblo. Presenciamos una entrega sistemática de las riquezas nacionales a intereses privados, nacionales y extranjeros.
El proyecto de nación que encabezó el presidente Andrés Manuel López Obrador a partir de 2018 fue sin duda, un esfuerzo profundo y decidido a favor del pueblo de México. López Obrador tuvo la oportunidad histórica de retomar la visión cardenista y avanzar hacia una transformación real. Ahora, corresponde a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo preservar esa herencia sagrada y encauzar cada acción del gobierno federal hacia un solo fin: el bienestar del pueblo de México.
Uno de los periodos más oscuros en la historia reciente del país comenzó en 1982 cuando llegó Miguel de la Madrid Hurtado a la presidencia y se extendió hasta 2018. Durante esos 36 años, el neoliberalismo promovió un saqueo sin precedentes de los bienes de la nación. En 1988, el pueblo eligió en las urnas al candidato presidencial del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, pero el régimen priista, encabezado por De la Madrid, recurrió al fraude y le entregó la presidencia al neoliberal Carlos Salinas de Gortari.
Aterrados por el despertar democrático del pueblo, la derecha del país y el gobierno salinista se vieron en la necesidad política de fortalecer el régimen integrando al PAN en un frente común con el PRI. Así nació el PRIAN, un matrimonio político que tuvo su auge hasta el 2006, cuando nuevamente, la derecha y el gobierno foxista le robaron la elección presidencial al pueblo, esta vez al candidato presidencial del PRD, Andrés Manuel López Obrador.
Finalmente, en 2018, las fuerzas progresistas lograron una victoria contundente, sacando al PRIAN del poder presidencial e inaugurando una nueva etapa en la vida pública del país. Desde entonces, la derecha ha expresado su enojo y frustración a través de los medios tradicionales, la televisión y las redes sociales, donde se dedica a minimizar los logros del gobierno federal y a magnificar sus errores.
Lo positivo es que hoy contamos con un pueblo más politizado, más informado, más despierto. Un pueblo que ya no se deja engañar tan fácilmente.
En la realidad política actual, es fundamental que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se mantenga alerta. Hay muchos enemigos del proyecto dentro del gobierno que se mantienen al acecho, disfrazados de leales. La presidenta tiene en sus manos la responsabilidad de proteger y preservar el proyecto de nación, mantenerlo cerca del pueblo y evitar que los zorros disfrazados de ovejas influyan en las decisiones que afectan a las grandes mayorías. La presidenta ha demostrado ser una mujer patriota e inteligente. México confía en que corregirá errores y apartará del camino a quienes obstaculicen la cristalización del proyecto nacional.
En la lucha contra la corrupción, aún queda mucho por hacer. Es necesario limpiar instituciones claves como la Auditoría Superior de la Federación y el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, que siguen dominadas por intereses de derecha. También deben depurarse las estructuras burocráticas de las secretarías del gobierno federal, donde muchos aún actúan bajo lógicas de privilegio y corrupción.
El respaldo incondicional y constante de los mexicanos a la compañera presidenta Claudia Sheinbaum es esencial. Debemos animarla y fortalecerla, para que se mantenga siempre un paso adelante de quienes conspiran a diario para derrumbar el proyecto nacional. La historia nos enseña que la vigilancia y la participación del pueblo son las mejores garantías para que el poder no se aleje de sus manos.
Autor

Pedro Lara Hernández
Estudió Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Diplomado en Política Gubernamental. Diplomado en Administración y Decisiones Financieras. Maestría en Ingeniería Económica Financiera. Ha colaborado en diferentes áreas en la administración pública federal y en los estados de Tabasco y Veracruz. Periodista y analista de la realidad política y económica de México.
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