Sin la intervención humana, sin un motivo claro, sin razones y sin que nadie pudiera hacer algo, Ibrahim Diallo, un programador de California, fue víctima de la extrema digitalización de las empresas e incluso fue despedido sin que nadie pudiera revertirlo.

A través de su blog, el afectado y ahora cofundador de una cosultora de tecnología, reveló que hace un año perdió su trabajo en una gran empresa porque un robot tomó la decisión sin que nadie del departamento de recursos humanos lo hubiera autorizaco.

En el momento del incidente Diallo ya había estado trabajado en la compañía durante ocho meses, vinculado con un contrato anterior. Estaba involucrado en un proyecto multimillonario de desarrollo de software y su trabajo fue elogiado constantemente, pero un día no pudo entrar en el edificio, porque su tarjeta de acceso no funcionó.

Un vigilante le dejó pasar y el hombre se dirijo a recursos humanos para resolver el problema, donde le comunicaron que habían recibido “un correo extraño respecto a él” y prometieron aclarar el asunto.

Al día siguiente, Diallo no pudo entrar en el aparcamiento en su coche, porque ese pase también fue bloqueado, y más tarde descubrió que alguién le quitó el derecho de acceso al programa que estaba desarrollando.

Mientras su gerente resolvía el problema, los vigilantes tuvieron que sacarle un pase temporal cada mañana, que expiraba al finalizar la jornada. Una tarde, al querer marcar en el sistema que había acabado su trabajo por ese día, también su sesión se cerró y no pudo volver a entrar con sus credenciales de identificación. Así que le pidió a un compañero revisar su número de ticket, y resultó ser que aparecía como “Inactivo”.

Al día siguiente, decidió tomar un Uber para no volver a tener el mismo problema con el acceso al estacionamiento. Sin embargo, esta vez el vigilante del edificio no pudo abrirle dado que su nombre estaba marcado en el sistema y aparecía en rojo.

Su gerente tuvo que bajar por él y el reclutador le había enviado un mensaje diciéndole que no fuera a trabajar porque acababa de recibir otro correo informándole que había sido despedido. Fue momento de ir con la directora.

Una vez en la oficina de la directora, le aseguró que todo se resolvería. Y aunque dio la orden de restablecer todo a la normalidad, fue n ese momento que ella recibió el mismo correo que afirmaba que Diallo había sido despedido. No obstante, le dijo que fuera a trabajar al día siguiente de forma normal.

Nada funcionó y días después, ante el asombro de todos y sus propios jefes fue escoltado por los vigilantes a la salida.

“Fui despedido. No había nada que mi gerente pudiera hacer al respecto. No había nada que la director pudiera hacer al respecto. Se quedaron parados impotentes mientras yo empacaba mis cosas y abandonaba el edificio”.

Exceso de automatización

Aclarar el asunto llevó tres semanas. Resultó que el gerente anterior de Diallo no le renovó el contrato, después de que la empresa donde trabajaba fuera comprada por una organización más grande. Entonces técnicamente su antiguo contrato expiró, y nadie se acordó de renovarlo, por ello el sistema decidió que Diallo ya no trabajaba para la compañía y comenzó a bloquear todas sus cuentas, accesos y pases.

“Durante las siguientes tres semanas, fui copiado en los correos electrónicos sobre mi caso. Vi como escalaba a títulos cada vez más grandes y poderosos una y otra vez, pero nadie podía hacer nada al respecto. De vez en cuando, adjuntaban un correo del sistema. No tenía alma y estaba escrito en rojo, ya que daba órdenes que dictaban mi destino. Inhabilite esto, inhabilite lo otro, revoque el acceso aquí, revoque el acceso allá, escóltelo fuera de las instalaciones, etc.”

Al final, tuvo que volver a ser contratado como un nuevo empleado, con todo lo que eso conlleva y ajustar todos los niveles de acceso.

La automatización puede ser un activo para una empresa, pero es necesario que haya una forma de que los humanos se hagan cargo si la máquina comete un error. Me perdí tres semanas de pago porque nadie podía detener la máquina. Esa es la historia sobre la máquina que me despidió y ningún ser humano pudo hacer nada al respecto”, concluyó Diallo.