Las tierras raras del planeta
Pedro Lara Hernández
“El gran motor del cambio es la tecnología.”
Alvin Toffler. Escritor estadounidense.
Uno de los elementos estratégicos más importantes del mundo contemporáneo, marcado por el vertiginoso avance científico y tecnológico, son las llamadas tierras raras. Se trata de un grupo de 17 elementos químicos de la tabla periódica que comparten propiedades semejantes, entre ellas una alta reactividad química moderada, así como propiedades magnéticas, ópticas y luminiscentes únicas.
Algunos de estos elementos no son tan escasos como su nombre sugiere. Por ejemplo, el cerio es incluso más abundante que el cobre. Sin embargo, su extracción y refinado resultan complejos y costosos, ya que suelen encontrarse en bajas concentraciones y mezclados con otros minerales, lo que requiere procesos químicos avanzados para su separación.
Estos elementos se agrupan en tres categorías principales: los lantánidos (del lantano al lutecio), además del escandio y el itrio. La lista completa incluye: escandio (21), itrio (39), lantano (57), cerio (58), praseodimio (59), neodimio (60), prometio (61), samario (62), europio (63), gadolinio (64), terbio (65), disprosio (66), holmio (67), erbio (68), tulio (69), iterbio (70) y lutecio (71).
Estos valiosos minerales fueron descubiertos entre los siglos XVIII y XIX, pero su uso masivo comenzó hasta la década de 1950, principalmente en aplicaciones militares. Su verdadero auge se produjo en el siglo XXI, impulsado por la revolución tecnológica y la transición energética global.
Las tierras raras constituyen hoy un recurso estratégico esencial para la soberanía tecnológica, la competitividad económica y la seguridad nacional. El control sobre ellas determina buena parte del equilibrio geopolítico mundial, pues su posesión o acceso influye directamente en la capacidad de desarrollo y dominación tecnológica de los países.
Actualmente, China domina el mercado mundial, concentrando cerca del 65 % de la extracción global y hasta el 90 % del refinado. Este dominio otorga al gigante asiático un poder estratégico formidable, dejando en situación de vulnerabilidad a las naciones que carecen de estos elementos y retrasando su modernización industrial, especialmente ante los desafíos de las próximas décadas.
Sin embargo, la explotación de las tierras raras plantea serios desafíos ambientales, debido a la contaminación que genera y a la producción de residuos radiactivos, como el torio. Por esta razón, países como China y Malasia se han visto obligados a cerrar diversas plantas por los daños ecológicos provocados.
Las tierras raras son también vitales para la defensa y la innovación tecnológica de cualquier nación. Están directamente vinculadas con el desarrollo de la Inteligencia Artificial, la computación cuántica, los vehículos eléctricos y la movilidad autónoma, que auguran el fin de los motores de combustión en un futuro próximo.
Además, son esenciales para la fabricación de baterías de iones de litio y supercapacitores avanzados; el lantano, por ejemplo, mejora la capacidad de las redes inteligentes y el almacenamiento de energía solar. También participan en el mejoramiento de la telefonía móvil y en el perfeccionamiento de la fibra óptica, optimizando la velocidad y calidad de las transmisiones de datos. Sus propiedades únicas —magnetismo, fluorescencia y conductividad— las hacen insustituibles en la electrónica moderna.
En el ámbito de la medicina y la biotecnología, las tierras raras contribuyen al desarrollo de resonancias magnéticas de alta precisión para el diagnóstico de cáncer y al tratamiento de tumores neuroendocrinos mediante técnicas guiadas por Inteligencia Artificial.
En los sectores aeroespacial, de defensa y comunicaciones, mejoran el rendimiento de láseres y radares utilizados en aviones F-35 o en satélites Starlink, incrementando la precisión de los misiles hipersónicos. En submarinos y drones no tripulados, permiten reducir peso en sistemas de guía. También participan en la fabricación de aleaciones ligeras, como las empleadas por la NASA en misiones a Marte, donde se utiliza escandio por sus propiedades únicas de resistencia y ligereza.
Poseer o tener acceso a las tierras raras fortalece la autonomía de las naciones, mientras que la dependencia de su importación debilita su resiliencia y soberanía tecnológica.
Así se vislumbra el panorama científico y tecnológico del futuro: un mundo donde la posesión y el control de estos elementos definirá el rumbo de las potencias, el equilibrio del poder global y la posibilidad misma del desarrollo sustentable
Autor
Pedro Lara Hernández
Estudió Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Diplomado en Política Gubernamental. Diplomado en Administración y Decisiones Financieras. Maestría en Ingeniería Económica Financiera. Ha colaborado en diferentes áreas en la administración pública federal y en los estados de Tabasco y Veracruz. Periodista y analista de la realidad política y económica de México.
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