Por Pedro Lara Hernández

_{“Si le va bien a nuestra presidenta, le va a ir bien a México.”}

Los ataques de la derecha nacional no cesarán en ningún momento. Los privilegios que el pueblo de México les arrebató fueron demasiados, y ante cualquier acontecimiento de relevancia nacional, reaccionan de inmediato para cuestionar al Gobierno de la República que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

Hoy, ante los lamentables asesinatos de Bernardo Bravo Manríquez, presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán, y de Carlos Manzo Rodríguez, presidente municipal de Uruapan, Michoacán, la oposición aprovecha para emprender su labor de zapa política.

El gobierno transformador que encabeza con prudencia e inteligencia nuestra presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tiene como objetivo fundamental beneficiar al pueblo de México. Su administración colabora con empresarios nacionalistas, ha evitado incrementar los impuestos de manera general, y, aun así, algunos miembros de la derecha se irritan porque se les exige cumplir con la ley. Estaban acostumbrados a no hacerlo.

Las fuerzas progresistas del pueblo deben estar alertas ante todo aquello que intente debilitar al gobierno que trabaja para su beneficio. Nunca antes los sectores más vulnerables de la sociedad habían recibido tantos apoyos, y pese a ello, los voceros de la derecha no cesan en sus ataques cotidianos.

También observamos las amenazas constantes del presidente de los Estados Unidos, quien acecha las riquezas de los países latinoamericanos para ponerlas al servicio de las clases privilegiadas de su nación, mientras su propio país se descompone aceleradamente por las malas decisiones de su élite política.

En el ámbito nacional, se aprecia con claridad la debilidad creciente del PRIAN. El PAN, desesperado, anuncia su supuesto “divorcio” y promete renovarse, reinventarse. Pero el pueblo de México sabe perfectamente lo que representan. Ya tuvieron su oportunidad de gobernar —del año 2000 al 2012— y la desperdiciaron. Demostraron que están hechos del mismo material que los priistas. Por ello, desde 2018, el pueblo tomó las riendas de su destino de la mano de Andrés Manuel López Obrador y, ahora, de Claudia Sheinbaum Pardo.

A pesar de los errores naturales de un movimiento político joven y en evolución, el proyecto progresista sigue su curso. Por necesidad política, las calabazas se irán acomodando en el camino. Es indispensable fortalecer la cultura cívica y política de los integrantes del movimiento. Los servidores públicos que hoy ostentan un cargo deben demostrar con hechos que son dignos de la confianza que el pueblo les ha otorgado.

Educar políticamente a un pueblo que durante cien años vivió bajo el yugo de gobiernos que solo beneficiaban a unos cuantos no es tarea sencilla. Se requiere un proceso ideológico profundo que enseñe que trabajar por el pueblo significa incomodar a las familias que acumularon riqueza y poder político durante un siglo.

Aún queda mucho por hacer para limpiar la administración pública federal. Hay integrantes del movimiento que no han estado a la altura de la encomienda: algunos se han dedicado más a servirse que a servir, y otros —camaleones ambiciosos— se han infiltrado en la casa del pueblo. La misión esencial del movimiento será depurar sus filas, para que el pueblo de México continúe otorgándole su confianza.
Por ello, es fundamental que todos los que deseamos un país más equitativo, próspero y seguro mantengamos una unidad política sólida en torno a nuestra presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Solo así podremos fortalecerla en su ardua tarea diaria y contribuir a la construcción de un México más justo, democrático, libre y soberano.