Redacción PH

En abril del año pasado, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador notificó formalmente a la DEA de la clausura de la unidad de investigaciones especiales (SIU, por sus siglas en inglés), que operaba en el país desde hace más de 20 años y que tenía como finalidad trabajar de forma conjunta en el combate al crimen organizado.

Informaron dos fuentes anónimas a Reuters, lo que representa un duro golpe a la cooperación bilateral en seguridad y que, estiman expertos “significará más drogas yendo a Estados Unidos y más violencia en México“.

Se sabe que en la SIU operaba 50 elementos considerados de entre los mejores del país y que se encargaban de desmantelar redes de contrabando y atrapar a innumerables capos de la droga en todo el mundo, uno de ellos fue Joaquín “El Chapo” Guzmán, entonces el jefe del Cártel de Sinaloa.

Hasta ahora ni la Secretaría de Seguridad Pública y de Protección Ciudadana de México, ni la DEA han informado públicamente sobre el desmantelamiento de la unidad.

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El cierre podría resultar costoso en las calles de Estados Unidos, donde las autoridades luchan por reducir un aumento en las sobredosis que el año pasado provocó más de 100 mil muertes, en su mayoría vinculadas a una nueva ola de drogas sintéticas producidas por carteles mexicanos.

El equipo de élite, fundado en 1997, fue el principal conducto para que la DEA compartiera con el gobierno de México pistas sobre envíos de drogas e indicios obtenidos en suelo estadounidense.

La agencia antidrogas de Estados Unidos habría llevado a los nuevos integrantes mexicanos de la unidad policial a sus instalaciones de última generación en Quantico, Virginia, para capacitarlos en las últimas técnicas de vigilancia. Les habrían examinado, incluso con pruebas de polígrafo.

Una segunda unidad mexicana de la SIU, con sede dentro de la oficina del Fiscal General de la República e independiente del Gobierno, continúa operando.

Para Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA, el cierre de la SIU y la restricción de la cooperación en seguridad por parte del mandatario dañarán a ambos países.

“Significará más drogas yendo a Estados Unidos y más violencia en México”.

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Disparo en el pie

La clausura de la SIU es el ejemplo más reciente de la ruptura de la cooperación entre la DEA y México desde que López Obrador asumió el poder en 2018 y prometió reformar la política de seguridad nacional.

Aunque el tabasqueño ha acusado a los presidentes pasados del actual clima violento y cambiado la estrategia, al mismo tiempo ha puesto trabas para que los funcionarios de seguridad extranjeros operen en México, acusando que su modus operandi equivale a pisotear la soberanía de su país.

A eso se le suma su política migratoria, la cual también afecta al país del norte.

No obstante, desde 2017 la SIU vio dañada su reputación despúes de que su exjefe Iván Reyes fuera detenido y se declaró culpable en un tribunal estadounidense de aceptar sobornos para filtrar información a una banda de narcotraficantes.

Aunque desde 2019 vieron limitada su actuación tras la disolución de la Policía Federal, en octubre de 2020 se desplomó el acuerdo cuando detuvieron en Los Ángeles el exsecretario de Defensa mexicano Salvador Cienfuegos, alegando que estaba en connivencia con un cartel de la droga.

Los fiscales estadounidenses liberaron rápidamente a Cienfuegos, citando consideraciones de política exterior “sensibles”, pero López Obrador acusó a la DEA de tener “poco profesionalismo” y de fabricar pruebas en el caso.

Finalmente, en diciembre de 2020, el gobierno mexicano despojó a los agentes extranjeros de la inmunidad diplomática y obligó a los funcionarios locales a redactar informes sobre interacciones con agentes de seguridad del exterior.

Con información de Reuters