Por Ruby Soriano

La escalada de violencia en Puebla va en ascenso.

En un fin de semana, el termómetro de la inseguridad se reflejó no sólo en la capital poblana, sino también en el interior del estado, donde los saldos rojos nos dan idea que Puebla enfrenta una situación inusitada que conduce al incremento de las operaciones de grupos delictivos.

Son tiempos atípicos para una entidad que perdió el rumbo en el tema de seguridad pública.

La capital, sierra norte, mixteca, sierra negra, el Valle de Puebla nos muestran los signos de una violencia que se empieza a salir de control.

Si bien el gobernador Sergio Salomón ha reiterado el llamado para no fomentar el alarmismo, las autoridades municipales y gubernamentales están siendo rebasadas por los brotes delictivos que llevan a sentir la presencia de la delincuencia organizada en Puebla.

La ejecución del propietario de restaurantes, la muerte de 4 policías y 3 delincuentes al sostener un enfrentamiento en el municipio de Chignahuapan, el hallazgo del cadáver de una mujer en Santa Ana Acozautla, la muerte de tres personas y 10 heridos por la volcadura en la carretera El Aguacate en el municipio de Huehuetlán El Grande y los asesinatos de dos hombres a bordo de un automóvil en la carretera de Amatitlán de Azueta en Acatlán de Osorio, son tan sólo una estampa de la violencia incrustada en el nuevo rostro de la entidad.

A todo lo anterior hay que agregar los asaltos, las extorsiones y el cobro de piso que empieza a percibirse en una Puebla que ha sido superada por el nivel de violencia que ejercen los grupos delictivos.

A todo lo anterior agreguemos el clima de crispación electoral y entonces concluimos que el estado está convertido en un polvorín.

Sin bien la Marina inició patrullajes en municipios como Chignahuapan, urge que el Gobierno del Estado redoble esfuerzos y ponga en marcha una operación de doble blindaje en materia de seguridad, frente a lo que ya se vive en Puebla.

La proximidad de las elecciones obliga a tomar medidas para evitar los riesgos de cualquier acto que pudiera violentar los comicios en varias zonas de la capital e interior del estado.

Para los poblanos que estábamos acostumbrados a mirar la violencia descarnada que se concentraba en el norte del país, hoy lamentamos apreciar la impunidad con la que la delincuencia arribó a nuestro territorio para sentar sus reales y empezar a tomar un control que debe ser frenado para evitar convertirnos en la réplica de esas zonas zacatecanas, tabasqueñas, tamaulipecas, donde el sello es la ingobernabilidad.

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