Dra. Ifigenia Martínez y Hernández, mexicana ejemplar
“Doña Ifi”, como solían llamar de cariño a la destacada luchadora social, falleció en la Ciudad de México el sábado 5 de octubre de 2024, a los 94 años.
Ifigenia Martínez y Hernández nació en la Ciudad de México el 16 de junio de 1930, fue una mujer extraordinaria que dejó una profunda huella en la política, la economía, la academia y la diplomacia de nuestro país. Estudió la licenciatura en Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fue la primera mujer en obtener una maestría en la Universidad de Harvard, donde también completó su doctorado. Se desempeñó como profesora, investigadora y directora de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM.
En el ámbito del servicio público, destacó por los numerosos cargos que ocupo dentro de la administración pública federal. Fue Senadora de la República y Diputada Federal en varias ocasiones, así como Embajadora de México ante la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York. En 1950, cofundó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
En la arena política, encabezó junto a Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo la Corriente Democrática, movimiento que llevó a su renuncia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para fundar posteriormente el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Fue la primera Senadora de la República electa por el Distrito Federal en la LIV Legislatura, y Diputada Federal en las Legislaturas LVI, LXI y LXVI. También fue Diputada en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México en 2016. Y figura clave en la Fundación del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA).
A lo largo de su trayectoria, fue reconocida con diversas distinciones, entre ellas la Medalla Benito Juárez otorgada en 2009 por la Sociedad de Geografía y Estadística; La Medalla Sor Juana Inés de la Cruz otorgada en 2019 por la Cámara de Diputados a mujeres eminentes; y la Medalla Belisario Domínguez otorgada en 2021 por la Cámara de Senadores.
A continuación, transcribo el mensaje que Doña Ifigenia escribió y que, lamentablemente, no pudo pronunciar. Sin embargo, fue leído por el secretario de la Mesa Directiva durante la ceremonia solemne de toma de protesta de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
“Hoy nos encontramos aquí, en este recinto solemne de la democracia mexicana, como testigos de un momento que marca un antes y un después en nuestra historia: la toma de protesta de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo como la primera mujer presidenta de México.
Su llegada a la Presidencia es la culminación de una lucha que hemos atravesado generaciones enteras de mujeres, quienes con valentía desafiamos los límites de nuestros tiempos. Hoy, junto con ella, llegamos todas y abrimos paso a una nueva era.
Yo misma, que he recorrido tantas batallas por la democracia y la justicia, me siento profundamente honrada de presenciar este triunfo histórico. En 1988 formé parte de la Corriente Democrática de izquierda en México, una lucha que, junto a muchas y muchos, iniciamos con la firme convicción de que el cambio verdadero era posible.
Hoy, esas convicciones han rendido fruto. No sólo tenemos una presidenta, sino que se vislumbra un presente donde las mujeres participemos en condiciones de igualdad en la construcción de futuros posibles y deseables para nuestra patria. Ser parte de esta transmisión histórica del Poder Ejecutivo y entregar la Banda Presidencial a la primera presidenta es uno de los mayores honores de mi vida.
Agradezco profundamente la confianza de mis compañeras y compañeros legisladores para desempeñar este acto simbólico, que representa no sólo un punto de inflexión en la historia, sino también el triunfo de nuestros valores: igualdad, justicia y democracia. Hoy, las mujeres, junto a los hombres, estamos listas para continuar construyendo el país que soñamos. El de un México libre e igualitario.
Un país donde el liderazgo femenino dejará de ser la excepción, para convertirse en norma.
Desde esta soberanía, le decimos que no está sola. Que la lucha por la justicia y por la igualdad es de todas y de todos. Y que no descansaremos hasta lograr una democracia plena, donde no haya distinción de género, clase o condición. Que nuestras diferencias no nos dividan, sino que sean la fuente de propuestas y de soluciones compartidas a los distintos retos que enfrentamos.
Hoy, más que nunca, necesitamos tender puentes entre todas las fuerzas políticas, dialogar sobre nuestras divergencias y construir, juntas y juntos, un país más justo y solidario.
Es tiempo de altura de miras. Es tiempo de construir nuevos horizontes y realidades. Es tiempo de mujeres.
Sigamos dejando huella”.
Descanse en paz, tan distinguida mexicana.
Autor
Pedro Lara Hernández
Estudió Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Diplomado en Política Gubernamental. Diplomado en Administración y Decisiones Financieras. Maestría en Ingeniería Económica Financiera. Ha colaborado en diferentes áreas en la administración pública federal y en los estados de Tabasco y Veracruz. Periodista y analista de la realidad política y económica de México.
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