Martes, abril 01, 2025

31 marzo, 2025

Redacción PH

La BUAP, mi Casona, acosada y usada

Por Don Melchor de Covarrubias,
Bardo de la infamia y
notario del derrumbe académico

“Cuando una universidad pierde el rumbo,
no lo hace de un día para otro. Lo hace lentamente…
hasta que la autonomía se vuelve adorno,
el rectorado botín, y el conocimiento, estorbo.”

¡Osu! Que tiemble el mármol del vestíbulo principal y se agiten los retratos de antiguos rectores, porque mi Casona ya no canta himnos ni teorías: cruje bajo el peso de las traiciones. Y no es exageración de cronista borracho, sino verdad recitada entre pasillos, ventilada en redes, susurrada en cafeterías: la universidad está secuestrada.

Y lo peor no es que esté sitiada desde afuera, sino que la tomaron sus propios hijos: los operadores eternos, los caciques reciclados, los aliados del poder, los aspirantes a millonetas, los expertos en moches con título y cargo vitalicio.

I. El mito de la autonomía y la guerra invisible

¡Ay, autonomía universitaria! Palabra sagrada que hoy adorna comunicados vacíos y muros institucionales como quien cuelga un crucifijo sin creer en el pecado. Porque el paro estudiantil, que nació de demandas justas, hoy es la escenografía perfecta de una guerra fría —pero brutal— por la sucesión rectoral.

Y mientras la narrativa oficial culpa a Antorcha, al Yunque, a la ONU, a Trump y hasta a los reptilianos, la verdad es más profana: la BUAP ha sido devorada desde dentro. Las vísceras del poder ya no se ocultan: se exhiben con cinismo. Las redes de complicidad no solo pasan por CU… llegan hasta la mismísima Casa Aguayo.

II. El Milaneso y el Oso: dúo infernal, sociedad anónima

En el centro del tablero están dos bestias disfrazadas de adversarios: El Milaneso —ese operador de guante fino, cerebro quirúrgico y aliento priista— y El Oso, brazo ejecutor, custodio de los moches, orador de pocas palabras y ninguna lectura.

No se enfrentan: se reparten. Simulan rivalidad, pero se abrazan en restaurantes de Polanco. Fue en el Archibald —dicen fuentes que no beben— donde El Patriarca, viejo rector de manos largas, ofició la reconciliación. Ahí sellaron el pacto: desgastar a La Loba Mayor, prolongar la crisis, y abrir paso al retorno del viejo poder.
No lo digo yo, lo escribió otra pluma en La Cromada, y quien tenga oídos, que escuche.

III. El Chocorrol y el gobernador: el frente dulce del despojo

Pero mientras ellos fingen pelear, otro bando acecha con sigilo: el del gobernador y su caballero favorito, el Chocorrol, ese vicerrector de mirada tímida y ambición maquillada de prudencia.

La estrategia es clara: dejar que la crisis ahogue a la rectora, y luego emerger como “la solución técnica”, el candidato de la estabilidad, el rector de consenso que garantiza obediencia a Casa Aguayo. ¡Osu! Que los lobos se visten de ovejas cuando saben que el redil está harto de aullidos.

¿Quién acusó sin pruebas a Antorcha? El Señor. ¿Quién se reúne en privado con El Chocorrol? El Señor. ¿Quién habla para el público y opera para el control interno? El Señor ¿Y quién sigue sin tocar a los verdaderos culpables de adentro? ¡El mismísimo Señor!

IV. La Loba Mayor y su jauría traicionera

Y mientras todo esto ocurre, La Loba Mayor, mira desde alguna cueva, atrapada en su propio gabinete. No por falta de fuerza, sino por exceso de confianza. Su pecado fue creer que con abrazos podía amansar al Oso, al Milaneso, a Checo Tardes y a todos los fantasmas de Don Inexistente.

Hoy paga con silencio lo que nunca quiso enfrentar: funcionarios reciclados, guaruras convertidos en coordinadores, contratos millonarios en manos de Doña Luces y su banda de eventos luminosos. Y aunque ya no esté en escena, el hedor sigue. Su gabinete apesta a complicidad y doble salario. Y lo peor: la comunidad ya no se pregunta si fue engañada, sino cuánto sabía y cuánto permitió.

V. El retorno del Patriarca y el fantasma del Rector que no existe

Don Inexistente, ese rector que nunca da la cara pero cuya firma aún aparece en los pliegos sagrados de Rectoría, ya no es el enemigo. Hoy lo son sus antiguos adversarios, aquellos a quienes él marginó: El Oso, El Milaneso y El Patriarca.
Se dice que en su tiempo los congeló, les quitó contratos, les cerró la llave.
Pero esos días se han ido.
Hoy, se reúnen para pactar el regreso… sobre las ruinas de la Loba Mayor.

VI. Los estudiantes, entre el fuego cruzado

Y mientras los poderosos brindan con whisky añejo y carne importada, los estudiantes se dividen. Comenzaron exigiendo espacios, justicia, dignidad. Hoy muchos ya no saben si defienden sus derechos o si son peones de un juego perverso.

¡Ostia! Que el componente principal de mi Casona, los estudiantes, los chavos, chavas y chaves, han sido ninguneados y pasados a tercer término. Lo que importa ahora, se ve, se siente, se huele, es quien controla, o controlará, los próximos años, a la fuerza política que representa mi Casona. ¡Joder!

VII. El verdadero conflicto es la campaña

Que no os engañen con palabras técnicas: esto ya no es paro, es campaña.
Y no de ideas, sino de ambiciones.
Tres bloques se disputan el trono:

  • El de El Señor, que quiere una BUAP dócil y obediente.
  • El del viejo régimen, que quieren recuperar lo perdido a cualquier precio.
  • El de la Loba Mayor, que ya no gobierna, pero aún puede elegir cómo caer: con dignidad o entre las ruinas.

Colofón: Entre silencios y cortes de carne

¡Osu! Que esta guerra no se libra con espadas, sino con archivos filtrados, reuniones privadas y pactos sellados entre cognacs. Y quien tenga más información, que hable ahora o calle hasta el próximo rectorado.

Porque el silencio también es complicidad.

Y si tú, lector, tienes más datos, fotos, documentos o chismes del buen decir, ya sabes a quién confiarle tus secretos.

Don Melchor escucha.
Don Melchor escribe.
Y Don Melchor no olvida.

Y recordaos “A falta de pan, buenas son tortas”.

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