PAN Puebla: refundación o desaparición
Luis Enrique Sánchez Fernández
En Puebla, el Partido Acción Nacional vive una etapa que sus dirigentes llaman “refundación”. Pero en realidad, lo que enfrenta es algo más profundo: una crisis de identidad, una pérdida de base social y un vacío de liderazgo que lo coloca en una posición delicada rumbo a las próximas elecciones locales.
Durante años, el PAN fue una fuerza con peso moral, cuadros reconocibles y presencia territorial en municipios clave del estado. Hoy, su militancia formal no llega ni a veinte mil afiliados, y las nuevas incorporaciones cayeron casi 80 %. No es un dato menor: un partido sin militancia activa pierde músculo, calle y estructura.
El golpe más visible vino tras las elecciones de 2024, cuando Morena y sus aliados consolidaron el control político de Puebla. Desde entonces, el PAN quedó reducido a una oposición testimonial, con poca capacidad de fijar agenda y menos aún de construir alternativa. La alianza con el PRI —que alguna vez prometió frenar el avance del morenismo— terminó convertida en un lastre. Por eso, la dirigencia estatal encabezada por Mario Riestra Piña decidió romper y “volver a los principios”. Pero la pregunta de fondo es: ¿a qué principios?
El discurso de refundación suena bien, pero es insuficiente si no viene acompañado de una autocrítica interna real. Porque el problema del PAN poblano no es sólo externo —la hegemonía de Morena— sino interno: la reproducción de élites, la desconexión con la ciudadanía, la falta de liderazgos jóvenes y la ausencia de discurso social. El partido que alguna vez encarnó “la opción ética” se burocratizó; el que hablaba de “bien común” hoy se pierde entre cargos, cuotas y grillas internas.
En el corto plazo (2025-2026), el PAN deberá reconstruir su estructura territorial y definir si su ruta es la de un partido de principios —aun con pocos votos— o la de una fuerza competitiva que se atreva a renovar sus métodos y abrirse a la sociedad. Su apuesta de ir solo en 2027 podría ser valiente o suicida, según logre o no reconectar con su base urbana y de clase media, la misma que alguna vez lo sostuvo y hoy mira con escepticismo.
En el mediano plazo, el PAN en Puebla enfrentará un dilema histórico: convertirse en un partido testimonial que defienda valores tradicionales pero sin incidencia electoral o reinventarse como una oposición moderna, abierta, autocrítica, que hable de derechos, transparencia y gobierno eficiente sin nostalgia ni dogmas.
Por ahora, las señales son contradictorias. Hay discurso de renovación, pero también viejos métodos; se habla de juventud, pero se repiten los mismos apellidos. Mientras tanto, Morena sigue creciendo en municipios medianos y rurales, donde el PAN ni siquiera tiene comités activos.
La expectativa real, entonces, es modesta: sobrevivir políticamente, conservar presencia mínima en el Congreso local y algunos municipios, y preparar una plataforma creíble para 2027. Si lo logra, habrá dado un paso importante hacia su reconstrucción. Si no, el PAN en Puebla corre el riesgo de convertirse en un partido de memoria, más recordado que votado.
Es cuanto.
Autor
Luis Enrique Sánchez Fernández
Periodista, economista, historiador, universitario BUAP. Con más de 40 años en los medios, ha escrito en periódicos y revistas, ademàs colaborado para radio, televisión y portales digitales. Creador de Poblanerìas y fundador de PeriodismoHoy.com. Primer director de Radio BUAP hace 25 años. Impulsor del periodismo de investigación.
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