De libros y más

 

Únicamente el río conoce tu secreto,

ese secreto tuyo que es el secreto mío.

José Ángel Buesa, Poema del río.

Cuando se adquiere cierta experiencia en este asunto de la lectura, resulta sencillo leer en cualquier sitio, no importa si se trata de una cafetería repleta, una parada de autobús o una fila interminable. Esa habilidad, suele estar acompañada de una asombrosa rapidez; características que resultan muy útiles en el vaivén cotidiano, pero que no son convenientes en todos los casos, porque hay algunos libros que son como los buenos vinos, para apreciarlos adecuadamente hay que degustarlos a pequeños sorbos y en un ambiente sereno. Este es el caso de De pronto oigo la voz del agua, la más reciente publicación de la autora japonesa Hiromi Kawakami.

 

De pronto oigo la voz del agua, es la historia de una hermana y un hermano -Miyako y Ryo- que regresan a vivir a la casa en donde transcurrió su infancia. Inevitablemente, aquellas vivencias que parecían diluidas por el paso del tiempo y matizadas por la melancolía, cobrarán fuerza, sacando a la luz aquellos episodios ocultos en la vida de la familia, cuyo conocimiento trastocó el modo en que los hermanos se relacionan con el mundo y entre ellos.

La delicadeza que caracteriza la escritura de Kawakami, aparece en cada una de las páginas de De pronto oigo la voz del agua; sus textos parecen ser bordados en una fina seda, pero hay que advertir que la autora, tiene la virtud de sacar al lector de un mundo idílico para confrontarlo de golpe con la realidad, eso sí, sin perder la cadencia.

“Mamá me hablaba con mucha dulzura en mis sueños. «Si no me equivoco, habéis vuelto aquí para vivir juntos.»

 

Llevaba puesta una yukata, un quimono de verano, con un estampado de mariposas. El fondo era blanco, y los motivos, azul índigo salpicado de tonos rojos. ¿Era la misma que siempre había llevado desde que enfermó? Me preocupaba que tuviera frío. Ya estábamos a principios de otoño.

 

¿Venía del otro mundo, de ese mundo desde donde se nos acercan los dioses y los ancestros solo cuando estamos dormidos? Mamá estaba muerta. Se había convertido, por tanto, en un ancestro. Por eso me hablaba con dulzura y me hacía sentir perdonada”.

De pronto oigo la voz del agua, es una muy recomendable novela que, con elegancia, entreteje el amor y la lealtad; las vivencias compartidas con los amigos y las fuertes consecuencias que acarrea el conocimiento de ciertos secretos. Partiendo de una convulsa sociedad actual, la autora, se remonta hasta una época en la que los afectos de los jóvenes japoneses pugnaban entre el respeto a la tradición y la tentadora influencia de occidente.

 

“Los olores despiertan recuerdos.

 

El olor del asfalto caliente al reparar las calles me trae siempre a la memoria el verano de 1969, cuando bebía Seven-Up a todas horas.

 

Tenía once años. Ryo, diez.

 

Bebía directamente de una botella de color verde oscuro con el cuello corto, y el líquido descendiendo por la garganta me daba la sensación de quemarme el pecho. Nahoko no decía Seven-Up, sino «Sevena». Hacía dos veranos que había regresado de Estados Unidos, y mezclaba palabras inglesas en la conversación, pronunciando igual que una presentadora de la cadena FEN. «Espérame en la platform de la estación de Fujimigaoka», decía, por ejemplo. A Ryo y a mí nos hacía gracia esa forma suya de hablar, y ella se enfadaba cuando nos reíamos. Teníamos la misma edad. Después de vivir cinco años en Estados Unidos, había vuelto al colegio de su barrio y todos se burlaban de ella”.

A manera de colofón, solo me queda decir que este libro merece ser leído con detenimiento, porque más allá de su belleza narrativa, no es una historia de ensueño, sino de realidades, que, al cerrar sus tapas hace que el lector se pregunte: ¿es necesario compartir los viejos secretos o es preferible que permanezcan en el recuerdo de aquellos que los motivaron? Espero que usted pueda encontrar la respuesta correcta.

Adriana Hernández Morales

 

Título: De pronto oigo la voz del agua

Autora: Hiromi Kawakami

Editorial: Alfaguara

(También disponible en formato electrónico).

Mi correo: adrianahernandez1924@gmail.com


Adriana Hernández, es miembro del Club Nacional de Lectura Las Aureolas, club fundado por Alejandro Aura en 1995. Es además una mujer comprometida con las causas sociales, abogada de profesión y lectora por vocación.