De libros y más

Por eso me quedo, porque puedo irme…
Carmen Laforet, La Insolación

En la portada de Mujer en papel está una imagen de Rita Macedo, el momento fue captado por la lente de Rodrigo Moya durante el ensayo de la obra de teatro Las criadas, en 1959. Se trata de las memorias inconclusas de la actriz, recopiladas y editadas por su hija, Cecilia Fuentes. No aparece ningún sello de advertencia, ni siquiera un cintillo que pudiera alertar al lector acerca de lo que va a ocurrir una vez que lo inicie; así que, me permito hacer el siguiente aviso: el libro es totalmente adictivo.

En 1993, Rita Macedo, decidió escribir sus memorias, su hija, Cecilia Fuentes, la ayudó a ordenarlas y transcribirlas, pero algo sucedió durante ese tiempo que hizo que la actriz decidiera terminar con su vida y el texto se quedó guardado durante años. Según narra Cecilia, la publicación de la obra se postergó por diversas razones, la más evidente, es el sentimiento que le produjo la traición de su madre -no por el suicidio, sino por la mentira-, ella misma lo refiere así:

«El 6 de diciembre de 1993, mamá tomó una pequeña pistola que al parecer había pertenecido a la abuela Julia, se encerró en su automóvil estacionado frente a la casa, y se quitó la vida.

Cuando ella se fue, yo me llené de rabia. No tanto por su muerte sino por la traición. Nosotras teníamos una relación muy violenta, intensa y enferma, pero también de total apertura y confianza, de amor puro, casi pasional. Por eso nunca le he perdonado la forma en que me mintió y me dejó sin explicaciones.»

Cecilia, es la hija menor de la actriz Rita Macedo y del escritor Carlos Fuentes; sus hermanos mayores, Julia Isabel -Julissa- y Luis, son hijos de Luis de Llano Palmer; y ahí, surgió otra dificultad para que la obra viera la luz. Su hermano, le solicitó que postergara la publicación del libro, al menos hasta que hubiera muerto su padre, Luis de Llano Palmer, probablemente porque el contenido hace referencia a pasajes íntimos de su vida.

Por último, también tuvo que enfrentarse a la negativa por parte de la viuda de Carlos Fuentes para publicar las cartas que éste le había escrito a Rita, así como algunos dibujos del escritor; pero afortunadamente, utilizó un excelente recurso, ya que, al no poder reproducirlas, las reescribió en palabras de su madre. En este tema, siempre surgen unas preguntas – independientemente del asunto de los derechos-: ¿a quién pertenece una carta?, ¿al que la escribe o al destinatario? Son cuestiones que siempre quedan en el aire.

Después de todas esas situaciones, Cecilia Fuentes, reorganizó los escritos, transcribió, adaptó, en fin, editó las memorias de su madre y publicó un excelente libro.

Concepción Macedo, Concha o Conchita, fue conocida como la actriz Rita Macedo. Hija de una mujer divorciada, en una época en la que esa situación resultaba motivo de señalamientos, creció entre internados e inseguridades. Poseía una belleza notable, que la ayudó a incursionar en la creciente industria del cine y casi, sin darse cuenta, se convirtió en una muy joven esposa y madre. Su matrimonio, con Luis de Llano Palmer, terminó a los pocos años y las circunstancias siempre parecían resultarle adversas; tiempo después, se convirtió en amante de un ministro de gobierno, tuvo otro matrimonio fallido, hasta que conoció al que fue su gran amor, el escritor Carlos Fuentes, aunque la historia no terminó ahí, pero constituyó uno de los capítulos más destacados de su vida.

En sus memorias, Rita Macedo, ofrece una visión del cine de oro despojada de ornamentos, narra una realidad cruda y a veces cruel. El precio que tuvo que pagar para incursionar en la industria cinematográfica fue enorme. María Félix, Pedro Armendáriz, Julio Bracho, Ernesto Alonso, Luis Buñuel, son algunos de los grandes mitos que despoja de su pedestal, para mostrarlos desde una óptica, más real, más humana.

Por supuesto, que su vida como esposa de Carlos Fuentes, resulta interesantísima. Desde el momento en que lo conoce, él se convierte en el eje de su mundo. La sinceridad con la que cuenta su relación es estremecedora, ¿acaso toleró demasiado?, no es posible determinarlo, porque ella jamás se victimiza, por el contrario, asume la responsabilidad de sus decisiones.

Mujer de todo y de todos, casi nunca de ella. Vivió tratando de encajar en mundos que nunca le pertenecían. A lo largo de su historia se construye y reconstruye, aunque probablemente, fueron demasiadas las piedras de molino con las que cargó.

Recomiendo al lector, que disponga de un buen tiempo antes de adentrarse en las memorias de la actriz, porque una vez que inicie, no va a poder detenerse, y por momentos, las narraciones de la vida de Rita Macedo lo van a tener al filo de la butaca; también, habrá que considerar las palabras de Gabriel García Márquez -que, por cierto, aparece constantemente en el libro-: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.

Adriana Hernández Morales

Título: Mujer en papel

-Memorias inconclusas de Rita Macedo-

Recopilación y edición: Cecilia Fuentes Macedo

Editorial: Trilce

Mi correo: adrianahernandez1924@gmail.com


Adriana Hernández, es miembro del Club Nacional de Lectura Las Aureolas, club fundado por Alejandro Aura en 1995. Es además una mujer comprometida con las causas sociales, abogada de profesión y lectora por vocación.