Por Ruby Soriano

En el imaginario colectivo de los priistas poblanos su partido aún existe, cuando francamente han quedado migajas luego de la desbandada masiva de muchos de sus ex militantes quienes abiertamente operan ya para el partido del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Todo indica que será este lunes, cuando un nuevo alud de renuncias se deje sentir en el PRI, donde nombres como los de Claudia Ruiz Massieu y Miguel Ángel Osorio Chong, oficializarían su salida para emprender nuevos rumbos políticos.

El PRI en Puebla es una burda caricatura de lo que hace décadas presumía aglutinar.

Néstor Camarillo ha sido de los peores dirigentes con los que se ha castigado a un tricolor que terminó siendo la puerta trasera de un morenismo que recoge a quienes están más que listos para operar, pero vestidos de guinda.

En Puebla el raquítico priismo se atreve a hablar de un México que quieren cuando ni siquiera han podido meter al orden a su dirigente nacional Alejandro Moreno, quien sigue siendo el mercader de lo que queda de este partido.

En tanto en Puebla, los y las caras de ese priismo simulan estar en el bastión de un tricolor cuando ya están pensando como treparse en cualquier momento a Morena o donde les garanticen la continuidad de cobro y de una supervivencia a costillas del presupuesto, por ejemplo, en el PAN.

Es doloso ver a un priismo poblano resquebrajado, deshecho, vapuleado por sus propias hordas de intereses que ya están muy lejos de buscar esa unidad que jamás regresará.

Así como en Puebla, en la mayor parte del priismo en el país, apenas si puede llenar sus auditorios y reunir una raquítica concurrencia, prueba de que los acarreos hoy se hacen y están en otro lado.

El dinosaurio terminó con parálisis cerebral, sus retoños anidaron larga vida en Morena donde ya hablan de “transformación”, “pueblo”, “abrazos, no balazos”, incorporaron a su nuevo vocabulario “la derecha”, en fin, es la mutación de las hordas priistas trastocadas por la ambición de poder.

El priismo poblano da la impresión de una débil resistencia que tarde o temprano encarará la extinción.

Vivir de los viejos tiempos saben que no es lo rentable ni deseable. En la desnutrida veta del tricolor aún quedan pocos, pero algunos lingotes que, por supuesto pasan por la bolsa del inefable “Alito”, quien aventará migajas a los y las ovejas de un rebaño famélico y al borde del precipicio.  Este es el PRI de los nuevos tiempos.

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