Ruby Soriano

La descomposición en la seguridad de Puebla no es reciente. Se ha venido marinando, avanzando de manera silenciosa pero firme, hasta que el punto de ebullición lo vimos de manera real en la reciente semana que concluye, donde en menos de 48 horas, se perpetraron más de diez ejecuciones en Puebla.

El mensaje no se puede ignorar, las señales van para distintos interlocutores donde la corresponsabilidad de la inseguridad que hoy enfrentamos en la capital poblana, responde a los fallos de distintos niveles de gobierno.

Desde hace semanas Puebla reporta un clima de inseguridad poco usual. La ejecución de un candidato morenista en Acatzaingo, ejecuciones en municipios de la sierra norte, y de pronto, el reflector se enciende en una de las zonas más transitadas como la de Santa Cruz Buenavista donde se ultima a la influencer Vielka Pulido y su pareja.

Horas más tarde en la misma zona se ejecuta a otro hombre y 12 horas después, como en un acto “dantesco” aparece en pleno anillo periférico, un vehículo con 7 cuerpos desmembrados y decapitados.

El macabro hallazgo también reveló los mensajes dejados en los cuerpos decapitados y mutilados.

Las imágenes difundidas en redes sociales fueron brutales. Cabezas y extremidades en el pavimento del periférico dieron cuenta de un acto atroz al que no estamos “acostumbrados” a asimilar en Puebla y ojalá no lo estemos, porque eso implicaría que los diferentes niveles de gobiernos doblen los brazos.

Si algo se tiene claro es que hoy estamos frente a la irrupción sólida de grupos del crimen organizado quienes dejaron sentir su presencia en Puebla capital con un mensaje duro de asimilar.

Tras los hechos vimos en la reunión de seguridad a un gobernador (Sergio Salomón) eludir explicaciones detalladas o acciones concretas. El edil de Puebla Adán Domínguez pasó como un fantasma sin ninguna estrategia que garantice a la capital el fortalecimiento de su estrategia de seguridad. Sin embargo, al fiscal Gilberto Higuera Bernal pocas veces se le ve con un rictus de preocupación.

Las fichas están cantadas, ellos están aquí.

¿Qué podemos esperar los ciudadanos de los diferentes niveles de gobiernos quienes tienen bajo su responsabilidad garantizarnos la seguridad?

Hace mucho tiempo que se viene cocinando el polvorín, donde son muchas las complicidades involucradas de todos aquellos que dejaron hacer, dejaron pasar, ignoraron, evadieron y soltaron.

La Puebla de los Ángeles está al filo de recibir a los demonios y no precisamente del Edén, pero sí de la barbarie.

Son tiempos electorales donde los riesgos son aún más contundentes, pues lo que menos necesitamos son baños de sangre que sitúen a Puebla en un inminente punto sin retorno.

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