En Nashville, Estados Unidos, la escuela católica St. Edward, prohibió los libros de Harry Potter, saga que ha vendido cerca de 325 millones de copias en más de 66 idiomas, porque contiene “hechizos reales”.

De acuerdo con el reverendo muggle Dan Reehil, tras una larga consulta con expertos en exorcismo, optó por vetar la saga e informar de las razones en un correo electrónico.

“Estos libros presentan magia que es buena y mala, lo que no es verdad, pero es un engaño muy astuto. Las maldiciones y hechizos que se utilizan en el libro son hechizos y maldiciones reales que, cuando se leen por un ser humano, podrían invocar la presencia de los espíritus malignos en presencia del lector”.

Además de mandar el correo, Reehil también avisó a todos los profesores de asignatura que leer el libro estaría prohibido.

La existencia de la misiva fue confirmada por Rebeca Hammel, superintendente de escuelas católicas del estado, y justificó la determinación asegurando que la decisión de prohibir los libros fue consecuencia directa de una queja realizada por un padre de familia.

En tanto, al menos para los estudiantes católicos de St. Edward, la decisión es definitiva pues la Iglesia Católica no tiene una postura determinada respecto a los libros.

Esta no es la primera vez que se intenta prohibir una de las sagas infantiles de lectura más populares, en el pasado un grupo de críticos cristianos también pidió censurar los libros, argumentado que en la Biblia se establece que toda la magia proviene del demonio.

Mientras que, en 2006, una madre de cuatro niños en Georgia, Estados Unidos, pidió al consejo estudiantil que prohibieran Harry Potter, pues “busca adoctrinar a los niños en la religión de la Wicca”. Sin embargo, el consejo se negó argumentó ndo que si se eliminaran todos los libros que hablan de brujas, sería necesario prohibir también “La Cenicienta” y “Macbeth”.

Incluso la Asociación Americana de Librerías colocó a Harry Potter durante 2001, 2002 y 2003, en el top de libros prohibidos en escuelas y librerías, ya que sus detractores argumentaban que incluir “satanismo”, “violencia” y “valores anti-familiares”