Por Abel Pérez Rojas

Ayer conversé con  Arturo Aguilar, experto en reparación de relojes, en relación a diversas aristas sobre el tiempo.

La charla tuvo una duración aproximada de treinta minutos y fue con motivo de mi participación semanal en la radio argentina.

En el diálogo surgieron temas como la irreversibilidad del tiempo, las huellas de la transición temporal, así como las diferentes artes y oficios que convergen en la reparación de relojes.

Muy interesante resultó el encuentro, porque tuve enfrente a quien encarna la herencia de seis generaciones de “relojeros”, y es uno de los poquísimos especialistas en México con esas cualidades, cuya naturaleza inevitablemente me remonta al Renacimiento.

En la preparación de la conversación, recapitulé en algunos de mis poemas y artículos inspirados en torno a su majestad y verdugo: el tiempo.

Con el propósito de que te motiven a reflexionar sobre aspectos varios relativos a la sustancia cronométrica, te comparto el enlace para escuchar el intercambio con Arturo (https://www.youtube.com/watch?v=nNKNM8mVQsw) y tres de mis poemas.

I

Me dolió haber perdido tiempo, / tanto como aquella pena insuperable / adquirida en la infancia, / presente en la adolescencia / y latente en mis cuarenta y tantos años. / Sentí que perder tiempo fue morir un poco, / como extraviarse en un laberinto / para tan solo hallar la salida. / Cierto, que hay quien mal gasta su vida y ni cuenta se da, / porque le parece inagotable, / una especie de dispendio de algo que se renueva indefinidamente. / Para mí no fue así, / yo tomé cabal consciencia de la valía del tiempo, / pero no de cualquier lapso, / sino del trayecto propio sobre la faz terrestre, / de la oportunidad de hacer lo que nos transforma, / de aquello que nos aleja de la muerte fatua y de la existencia tonta. / Dejó de dolerme cuando fructifiqué en la aparente pérdida, / hasta que comprendí que no hay menoscabo cronológico / si la mutamos en sabia experiencia / y redoblamos esfuerzos para vivir intensamente. / Descubrí que es factible recuperar el tiempo / a través del amor y del servicio para liberarse de la tortura, / del reproche y del sentimiento de culpa. / Hoy comprendo que el aparente tiempo perdido / fue lapso de incubación / para que el genio que pone orden surgiera. / Escucha, atiende y medita. / Cierra la llave del tiempo perdido, / pon distancia de las personas tóxicas / y de aquello que te lleva al precipicio, / capitaliza todo periodo a través de tu saber, / vive apasionadamente como si fuera el último abrazo, / el último adiós, / el último poema, / el último “te amo”… así, no se pierde el tiempo. (Tiempo recuperado. APR. 3/III/2019)

II

Creo que sabes mis pensamientos en tiempo real, / como si descifraras las sinapsis que dan origen a mi razón, / a mi reflexión, / a mi juicio; / eso me hace frágil, / me quebro ante ti, / pero tomo fuerzas de quién sabe dónde / para mirarte directamente / y sobrevivir a tus amielados jueces. / Siento que predices mis movimientos, / que derribas la sorpresa, / que desarticulas mi estrategia / ¿tengo necesidad de ello? / Soy tan transparente a tus radares / que no sé qué hacer, / no sé si reír, callar o simplemente huir. / Eres una especie de escáner, / lector de intenciones, androide del futuro. / Mientras aclaro qué eres, / me refugio en lo más íntimo para continuar mi brecha, / para guarecerme en lo que creo, / para forjar lo que seré, / lo que soy. / Cavilando en lo más profundo / trato de resolver la duda: / ¿estoy delante de ti? / ¿frente a un espejo? / ¿o solo cara a cara con una idealización? / Estoy seguro que sabes mis pensamientos en tiempo real, / y por ello, / lees muy bien quién soy. (En tiempo real. APR. 12/IX/2020)

III

Somos los sin tiempo / yendo ida y vuelta / del trabajo a la casa, / preguntándose / si en eso consiste la vida; / esperando un chispazo / que nos haga despertar / antes de la partida. (Los sin tiempo. APR. 4/IV/2021)

Entre otras cosas, me queda claro que si el tiempo fuera reversible, en polvo nos convertiríamos.

La irreversibilidad del tiempo nos da consistencia en lo personal, en lo colectivo, haciendo posible la construcción material y la evolución e involución en los procesos que conforman la humanidad.

La sustancia de lo que somos descansa en las enseñanzas profundas e íntimas que lo acontecido deja en nuestro interior, aunado esto a la posibilidad de permanente cambio, en otras palabras, la educabilidad del ser humano.

Somos los sin tiempo… buscando despertar.

Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com