No fueron sus respuestas, no fueron las preguntas, no fueron las múltiples credenciales que portaban cada uno de los columnistas de Milenio, Andrés Manuel López Obrador ganó desde el momento en que aceptó debatir contra los que lo acusan de populista, a pesar de que su discurso fue un mar de contradicciones.

Quienes observaron el debate o lo siguieron en redes sociales, poca atención prestaron a las respuestas del tabasqueño, quien se mostró tranquilo ante las interrupciones, gritos y gestos de Carlos Marín.

El columnista estrella de Milenio acompañado de Héctor Aguilar Camín, Carlos Puig, Azucena Uresti y Jesús Silva Herzog poco pudieron hacer contra las contradictorias y preocupantes respuestas de AMLO que hizo de “consulta ciudadana” la respuesta a todo y a nada.

Y es que, si se trata de la reforma educativa habría que cancelarla porque es mala, pero a través de consulta popular, pero para evitar problemas mejor habrá que mandar la iniciativa al Congreso para que se haga una consulta popular y al mismo tiempo y antes que nada, habrá que consultar a los maestros y padres.

Sin embargo aunque la consulta popular será el medio, no se aplicará igual a todo, pues serán el arma para derogar reformas pero habrá que revisarse si se busca defender derechos.

Para la reforma energética no habrá cancelación pero sí revisión de contratos, mientras para el nuevo aeropuerto será cancelación y no corrección de lo que está mal.

A pesar de la ausencia de los cómos, López Obrador respondió a casi todo, incluido el tema del aborto, matrimonio gay y adopción homoparental, temas que irán también por la vía de consulta ciudadana, mientras que en dónde ya sea un tema aprobado “seguirá siendo ley”.

Esa fue la respuesta ante la sobre derechos de la comunidad LGBT y los derechos reproductivo, pero sin opinar si los apoya o no porque “yo soy respetuoso con los derechos humanos pero no diré más. Primero, por respeto a quienes me escuchan y, segundo, para no… dar la nota del escándalo”.