Por Claudia Morales B.

Que gusto saludarles nuevamente queridos lectores quería compartirles que esta semana me he dado gusto sobre todo en lo que ha comida se refiere. Tenemos que disfrutar de todo en esta vida y comer es un verdadero placer, por supuesto todo con moderación.

Y es un placer por razones químicas, es decir, todo el control lo tiene nuestro cerebro y no el estómago. Al comer, nuestras neuronas segregan una hormona llamada “dopamina” que está asociada con el sistema del placer del cerebro y hace que no podamos controlarnos. Esto tiene mucho sentido si caemos en la cuenta de que la mayoría de nuestras “primeras citas” han transcurrido entorno a una mesa.

Pero ¿por qué hay alimentos que al comerlos nos producen más placer que otros? ¿Por qué a cada persona le produce placer ingerir unos alimentos determinados? Es sencillo. El placer es una sensación subjetiva vinculada a innumerables estímulos, muy diversos para cada persona. Por ejemplo, hay personas que sienten placer al comer un alimento o un plato que les trae recuerdos de la infancia, a otras les evoca momentos felices de su vida y hay quien lo asocia a determinadas emociones. Así que, en definitiva, podríamos decir que los alimentos tienen un valor emocional que explicaría porque las tentaciones se sienten de forma tan particular.

Por ejemplo, voy a Puebla en octubre religiosamente por mi mole de caderas, recuerdo que cuando lo probé por primera vez, yo estaba pasando por una situación difícil, y la familia Beristaín de Tehuacán invitó a unos amigos y compañeros de trabajo a su casa, entre ellos yo, sentí su cariño y el de amigos entrañables como Alberto, QEPD, mi alma se reconfortaba, esa mezcla de sabores es único, no se parece a ningún otro caldo que haya probado, para finalizar nos dieron un dulce de calabaza fantástico.

Los chiles en nogada, son otro platillo que no puedo olvidar, me trae tan buenos recuerdos de Puebla, normalmente en septiembre subo al auto y me voy para Puebla a degustarlos, pero como en este caso no se puede, los busco aquí en la ciudad de México, y hay un restaurante llamado “La Mansión”, que prepara los mejores chiles en nogada de la ciudad. (por cierto, ya me comí dos.)

La carne asada, con salsa de pico de gallo, nopales, cebollitas, me encanta y me recuerda a mi familia, pues algunos fines de semana se preparaba en casa de mis tíos y departíamos con juegos y fiesta.

Café con leche y pan de dulce, mi abuela los fines de semana lo daba de merienda, pues acudían todos sus hijos y nietos, en torno de un comedor grande platicaba historia de su juventud, y aprovechábamos todos, en especial mis tíos para evocar pasajes especiales de su vida. Me encanta remojar el pan de dulce, churros, cochas, espejos, pan de chochitos en chocolate caliento porque llena mi corazón.

Disfruto tanto los tacos en general, aunque mis favoritos son los de sudadero, pues en las noches cenábamos seguido con mi padre taquitos y pasábamos un rato agradable al olor de la cebolla y el cilantro. Por cierto, lo hago muy a menudo.

Y la comida venezolana también me mata, Vgr., las arepas, el sancocho y el pabellón criollo, que por cierto en Chida Arepa lo preparan fantástico, si pueden dense una vuelta, esta por Plutarco Elías Calles, comerlo me genera un calorcito en el alma y al paladar.

Para terminar no puedo dejar de hablar del chocolate, el personaje principal de este artículo, regalo de los Dioses es lo mejor que puede existir en esta tierra, este me trae recuerdos llenos de pasión y deseo vividos en Puebla, la alegría de vivir y estar, sensación de bienestar que mi paladar envía a mi cerebro de ese sabor dulce. Yo consumo chocolate para todo, ahí no tengo un recuerdo específico, solo sé que me vuelve loca, uso cremas y aceites de chocolate para el cuerpo, mascarillas de chocolate para la cara y cabello, es mi fiel compañero. Amo el chocolate y el me ama a mí, yo no lo dejo, y él se aferra a mi cuerpo, es el precio que se debe pagar por su amor.

Espero sus comentarios a mi correo electrónico claudiamor_26@yahoo.com.mxy y en Twitter @claudiamor20