Iniciamos año en Puebla donde los temas políticos incidirán en los reacomodos nacionales que se avizoran frente a los procesos electorales que se realizarán en seis entidades del país.

El 2021 lo cerramos librando el pago del llamado DAP (cobro por el servicio de alumbrado público).

El costo político para el presidente municipal Eduardo Rivera, expuso su debilitado margen de maniobra y negociación con los propios legisladores de su partido.

En menos de 90 días, la marca personal de “Lalo” se deslavó ganándose un buen margen de antipopularidad entre los ciudadanos que apenas en junio del 2021, le otorgaron su voto.

Hasta ahora, el desempeño del edil, ha sido plano, gris y a los poblanos nos quedó muy claro, que, para el presidente municipal de la capital, su prioridad apenas asumió el poder, no estuvo con la ciudadanía. El edil cargó todas sus baterías y “guardadito” para recuperar el control del PAN en Puebla y para bolsearnos a los ciudadanos a través de un impuesto que se le cayó de manera estrepitosa.

Este 2022 al edil le tiene que quedar en claro que sus aspiraciones son eso, y no hay ninguna garantía para que llegue a una gubernatura muy lejana y donde Puebla le exige pensar primero en su responsabilidad al frente de la ciudad, sin tantas tramas políticas que confirmaron que sus bolsillos lucen aún, sin un capital político de peso en Puebla.

En lo que respecta al gobernador Miguel Barbosa tendrá en puerta toda la grilla desatada y acrecentada en Morena donde los grupos nacionales y locales andan muy inquietos para empezar a fortalecer las llamadas estructuras que se seguirán sumando a personajes non gratos para el mandatario, tales como el de “Los primos” (Nacho Mier y Alejandro Armenta).

El mandatario estatal sigue marcando su mandato con la persecución a sus viejos enemigos a quienes ha liberado órdenes de aprehensión a diestra y siniestra, priorizando las vendettas de orden personal y no los intereses que propiamente son de mayor urgencia como afrontar la presencia de la delincuencia organizada en Puebla.

En nuestra entidad, el fiscal Gilberto Higuera Bernal, sigue durmiendo el sueño de los justos.

Los partidos políticos en Puebla inician otro año con guerras internas, sin lograr en ninguno de ellos, la llamada unidad.

En el PRI poblano ya poco les falta para dejar de usar sus oficinas y decidir todo desde el cubículo legislativo de Jorge Estefan Chidiac.

En el PAN, Augusta Díaz de Rivera ya dijo que estas semanas iniciará la operación cicatriz, pero la pregunta es si la llamada “Tití” podrá con el paquete luego de la rebeldía de los diputados locales, quienes no serán mansos corderos frente a las instrucciones del nuevo dueño del PAN en Puebla llamado Lalo Rivera.

En Morena siguen acomodándose para continuar con su cena de negros, donde todos están contra el gobernador y contra ellos mismos.

La rebatinga por el poder en Morena Puebla seguirá en función de los reacomodos nacionales que se darán en próximos días.

Así con este clima de política hasta en la sopa iniciamos el año en Puebla, donde a la menor provocación veremos los resbalones y caídas de muchos que hasta hoy se pensaban firmes, pero se olvidan que en política todo es efímero y momentáneo.

Iniciemos pues la nueva historia del 2022.

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