Una de las mayores amenazas para la salud y la seguridad pública que desde hace varios teme la comunidad científica, se ha comprobado: las bacterias pueden cambiar de forma para evitar ser detectados y resistir a los antibióticos.

Lo anterior lo advierte un estudio publicado en Nature Communications, según lo confirma la investigación de Katarzyna Mickiewicz, investigadora de la Universidad de Newcastle en el Reino Unido y autora principal del estudio, quien compara a la pared celular con un chaleco de alta visibilidad.

De acuerdo con su trabajo, las bacterias pueden cambiar de forma dentro del cuerpo humano al eliminar su pared celular (un proceso conocido como forma de L), la cual es el primer objetivo de varias clases de antibióticos.

El cambio impide que estos microorganismos sean detectados y en consecuencia que sean atacados por los medicamentos.

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Sin embargo, al “esconderse” de los antibióticos quedan más vulnerables ante el sistema inmune de los seres humanos.

“La pared celular hace que asuman una forma regular (por ejemplo, un cilindro o una esfera) que las hace más fuertes y las protege, pero también las hace muy visibles, particularmente para el sistema inmune y para antibióticos como la penicilina”.

También menciona que este mecanismo de respuesta se da cuando están bajo presión de los antibióticos, desencadenando el proceso antes mencionado, lo cual les da una ventaja de supervivencia, pues el cuerpo humano “no puede reconocer fácilmente a las bacterias camufladas, al igual que los antibióticos”.

Para llegar a estas conclusiones, Mickiewicz y su equipo analizaron varias muestras tomadas de pacientes de la tercera edad que sufren de infecciones recurrentes en el tracto urinario.

Veintinueve de las 30 muestras analizadas tenían bacterias que habían cambiado de forma, aunque la cepa precisa de esos microorganismos era distinta.

Entre las “cambia forma” se detectaron bacterias como E. coli, enterococos, Enterobacter y estafilococos con forma de L.

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