Edén Político
Carlos Salinas privatizó el agua
Pedro Lara Hernández

Necesitamos voltear al Titanic
Dr. Pedro Moctezuma Barragán.

A diario nos enfrentamos a noticias sobre la escasez de agua en diversas regiones del país, especialmente en los centros de mayor población. La percepción general es que el vital liquido se está agotando, pero la raíz del problema radica en su mal uso y distribución.

El pasado 26 de febrero, el Dr. Pedro Moctezuma Barragán, secretario del agua del Estado de México, compartió en el programa Los Periodistas dirigido por  Alejandro Páez y Álvaro Delgado, una detallada exposición sobre la situación del agua en México.

Explicó que, además de enfrentar una sequía sin precedentes en los últimos 80 años, resultado del cambio climático y el fenómeno del niño, México sufre las consecuencias de un modelo de gestión del agua promovido por Carlos Salinas en respuesta a las condiciones impuestas por el presidente estadounidense George Bush en Washington para la firma del Tratado del Libre Comercio. Tres leyes perjudiciales para México surgieron de ese acuerdo: la Ley Agraria, la Ley Forestal y la Ley de Aguas Nacionales.

En 1989, Salinas estableció la CONAGUA, una autoridad vertical del agua que, mediante mecanismos cuestionables, prioriza la extracción de agua profunda de lejanas ubicaciones, afectando los ecosistemas y despojando a las comunidades. Esta agua, devuelta sin tratamiento, es contaminada, al tiempo que se niegan derechos ancestrales y se convierte el agua en una mercancía al servicio de empresas trasnacionales, despreciando su esencia como bien común.

Moctezuma destaca que la problemática del agua tiene raíces históricas, como el Gran Canal del Desagüe de Porfirio Díaz y el Drenaje Profundo de Gustavo Díaz Ordaz, que perpetúan desigualdades en la distribución del vital liquido entre la ciudad de México y el Estado de México.

El especialista aboga por trabajar en las comunidades originarias, respetando modelos de gestión comunitaria basados en el cuidado de los ciclos naturales y la preservación del entorno. La combinación de estos enfoques con avances científicos-tecnológicos en tratamiento de aguas residuales es esencial para garantizar la disponibilidad de agua para consumo humano.

En la actualidad, el 60% de las aguas están contaminadas, y es imperativo aplicar métodos adecuados de tratamiento y restaurar humedales y cuerpos de agua para permitir la regeneración natural del sistema hidráulico.

La Ley de Aguas Nacionales de Salinas no prioriza el agua para consumo humano, sino su comercialización, ignorando el ideal de asignar al menos el 15% para este fin. Se mencionan prácticas como el fracking, la minería tóxica y las agroindustrias contaminantes, así como la venta injusta del agua a empresas refresqueras. La urgencia de reformar esta legislación se destaca ante el saqueo irracional perpetrado por estas compañías en comunidades sedientas como en Iztapalapa y Chiapas.

En el periodo neoliberal, la sequía y el saqueo se hicieron presentes, ejemplificado por la construcción del Túnel Emisor Oriente por Felipe Calderón, con un costo exorbitante y consecuencias negativas.

Desde 1917 hasta 1992, se otorgaron 2 mil concesiones de agua, y a partir del gobierno de Carlos Salinas, este número aumentó a aproximadamente 550 mil, mientras menos de 100 inspectores supervisan todo el universo de concesiones.

Es imperativo que el Congreso federal apruebe la reforma propuesta por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, respaldada por Claudia Sheinbaum, para empoderar al pueblo mexicano con los elementos legales, técnicos y culturales necesarios para revertir la situación y evitar el colapso social.