Viernes, noviembre 22, 2024

18 abril, 2021

Redacción PH

Cien años de soledad

«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».

Gabriel García Márquez, Cien años de Soledad

Hace dos años -el 17 de abril- entre mariposas amarillas y pececitos de oro, despedimos a uno de los mejores escritores de todos los tiempos. El gran Gabriel García Márquez, nacido en Aracataca, Colombia, ganador del Premio Nobel de Literatura y orgullo de las letras latinoamericanas.

El Gabo, conocido así por propios y extraños, fue el creador de un género literario llamado realismo mágico, porque en sus obras se mezclan elementos reales y fantásticos, dando lugar a una dimensión maravillosa en las letras, porque él escribía como nadie más lo ha podido hacer: con magia.

En cada una de sus obras se siente ese maravilloso ritmo caribeño y sus relatos tienen una cadencia subyugadora que enamora, y así, casi sin darnos cuenta, nos envuelve hasta que ocurre lo inevitable: nos hace viajar hacia un mundo asombroso, ya sea al mítico Macondo o a un buque que recorre el río hasta la eternidad.

Si usted no ha entrado al mundo mágico de García Márquez, lo invito a que deje lo que esté haciendo y se apresure a conocer su obra, y si ya lo conoce, coincidirá conmigo en que cualquier momento es ideal para volverlo a leer.

Dice la leyenda, que hay estirpes condenadas a cien años de soledad, y es que todo inició cuando Úrsula Iguarán se casó con José Arcadio Buendía y quedaron unidos por un vínculo más fuerte que el amor: el remordimiento de conciencia; porque ellos conocían las razones por las que ese enlace no debería haberse llevado a cabo nunca y, sin embargo, siguieron adelante, y así, comenzó la historia que el genio colombiano, nos regaló a través de siete generaciones de la familia Buendía.

Claro que el Gabo juega con nuestra imaginación y con los tiempos de las historias que se entretejen en Cien años de soledad, porque el secreto que guardaba aquel matrimonio Buendía, no queda revelado desde el inicio, sino cuando el relato nos tiene totalmente atrapados, ya que, para conocer los aconteceres familiares, tenemos que remontarnos a una época en la que “El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo”.

«Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos».

Y, es que, a partir de ese instante, ante nuestros ojos emerge un mundo mágico, lleno de pasiones, amores, guerras, gitanos, peces de oro y, por supuesto, mariposas amarillas. A la manera de aquellos cuentos infantiles, en los que, al dar vuelta a la página se desdoblan figuras de cartón para darle realce a la historia, en Cien años de soledad, a cada momento, parecen escapar del libro personajes increíbles e historias inimaginables; pero que, al pasar por la pluma del Gabo, se convierten en seres reales, resultando totalmente comprensible que en Macondo haya nacido la mujer más hermosa del mundo -Remedios, la bella- y que un día, la pequeña Rebeca, llegara con un costal que contenía los huesos de sus padres, contagiando de insomnio a toda la aldea

«Habían contraído, en efecto, la enfermedad del insomnio. Úrsula, que había aprendido de su madre el valor medicinal de las plantas, preparó e hizo beber a todos un brebaje de acónito, pero no consiguieran dormir, sino que estuvieron todo el día soñando despiertos. En ese estado de alucinada lucidez no sólo veían las imágenes de sus propios sueños, sino que los unos veían las imágenes soñadas por los otros. Era como si la casa se hubiera llenado de visitantes».

Antes de continuar, me parece necesario dar un aviso a los lectores: al leer las obras de García Márquez, no es el lector el que entrará en el mundo creado por el escritor, es el mundo mágico, ideado por Gabo, el que va a irrumpir en su vida. Desde el momento en que se conoce al primer José Arcadio o al saber de la existencia de Aureliano Buendía, ya no hay vuelta atrás, la vida ya no será la misma, porque en adelante, esos relatos siempre lo van a acompañar, y, créame, esa es una muy buena noticia.

Al avanzar en las páginas, llegará el momento en que todo el entorno de aquel que se aventure entre sus letras, quedará poblado de magia, hasta que sean tantas las mariposas amarillas que revoloteen por doquier, que no se va a percatar del modo en que llegaron, simplemente ahí van a estar; así como le ocurrió a la orgullosa Meme, que, hasta su cuidada educación, quedó en el olvido el día en que conoció a Mauricio Babilonia.

«Meme se dio cuenta de que se estaba achicharrando en la lumbre de su altivez, y buscó desesperadamente una manera de humillarlo. Pero él no le dio tiempo. «No se asuste», le dijo en voz baja. «No es la primera vez que una mujer se vuelve loca por un hombre» […]

Fue entonces cuando cayó en la cuenta de las mariposas amarillas que precedían las apariciones de Mauricio Babilonia. Las había visto antes, sobre todo en el taller de mecánica, y había pensado que estaban fascinadas por el olor de la pintura. Alguna vez las había sentido revoloteando sobre su cabeza en la penumbra del cine. Pero cuando Mauricio Babilonia empezó a perseguirla, como un espectro que solo ella identificaba en la multitud, comprendió que las mariposas amarillas tenían algo que ver con él».

Cien años de soledad, es un libro tan asombroso, que a su alrededor existen tantas anécdotas que, una sola bastaría para escribir otras novelas; porque su creación no fue nada sencilla. Durante los dieciocho meses que Gabriel García Márquez, dedicó de manera ininterrumpida a su escritura, no contaba con ningún ingreso, por lo que las deudas se acumularon, quedando a deber hasta la renta de la casa que habitaba junto con su familia. Cuando finalizó la obra, su esposa -Mercedes Barcha- y él, empeñaron algunas de sus pertenencias para pagar el costo del envío a la editorial; sin embargo, no lograron reunir los ochenta y dos pesos necesarios para remitir las 590 cuartillas, por lo que la dividieron en dos partes y enviaron solo una. Por esos azares del destino, erróneamente enviaron la segunda parte, pero el editor, encantado con la maravilla que le había llegado, pago el precio del envío para que le mandaran el inicio del libro.

¿Qué más se puede decir acerca de uno de los mejores libros que existen? Solo recomendar que se deje llevar por las letras del inigualable genio colombiano y que disfrute de su lectura; aunque en honor al querido Gabo, no estaría de más recordarlo al ritmo de la salsa y el vallenato, que tanto le gustaban.

Adriana Hernández Morales

Título: Cien años de soledad

Autor: Gabriel García Márquez

Editorial: Alfaguara

(También disponible en formato electrónico)

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