2 octubre, 2020
Redacción PH
De libros y más
Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron,
con sus pálidos reflejos
hondas horas de dolor.
Carlos Gardel, Volver
A veces las mejores historias tienen extraños comienzos, y ésta es una de esas. Corría el año de 1962 cuando la empresa argentina Siam Di Tella planeaba la promoción de su nueva línea de electrodomésticos llamada Mansfield, por lo que contrataron a la agencia de publicidad Agens; ellos planearon la campaña basada en una serie de historietas que representaran a una familia de clase media, y cuyo protagonista iniciara su nombre con «Ma», -igual que la nueva marca-. Ahí, es en donde el azaroso destino intervino, porque la campaña nunca salió a la luz y la historieta quedó guardada en un cajón; un par de años después, un amigo le preguntó al autor de la viñeta si tenía algunos dibujos para el semanario Primera Plana, y el 29 de septiembre de 1964, se publicó por primera vez, y para fortuna de todo el mundo, Mafalda.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.
La vieja calle donde el eco dijo
tuya es su vida, tuyo es su querer.
Bajo el burlón mirar de las estrellas,
que con indiferencia, hoy me ven volver.
Y, ¿quién no conoce a Mafalda? A cinco décadas de su nacimiento, la niña porteña, recorrió todo el mundo; sus historias se tradujeron a más de treinta idiomas, protagonizó películas para cine y televisión; su imagen se encuentra estampada en todo aquello en lo que sea posible dibujar, incluso, en la piel de muchos. La nena bonaerense cumplió su sueño de trabajar para las Naciones Unidas, ya que, en 1979, su imagen ilustró la Declaración de los Derechos del Niño, publicada por la Unicef; y en 1987, reapareció para manifestarse en favor de la democracia, la libertad y la vida, tras el fallido golpe de estado en Argentina. En 1988, fue propuesta para ser nombrada como ciudadana ilustre de Buenos Aires, pero finalmente no recibió tal galardón por ser considerada personaje de ficción; situación a todas luces inverosímil, porque, ¿hay alguien más real que Mafalda?
Volver, con la frente marchita,
las nieves del tiempo platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada, errante en las sombras,
te busca y te nombra.
Vivir, con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.
Las historietas de Mafalda se publicaron durante casi diez años y solo terminaron porque el genio, sí, EL GENIO, con mayúsculas, Quino, tuvo miedo de empezar a repetirse y decidió concluirlas; pero eso no fue posible, porque la maravillosa porteñita cobró vida propia, al grado de que existen innumerables mitos en torno suyo; se le atribuyen frases inexistentes y finales dramáticos, pero eso, por supuesto, forma parte de la grandeza del personaje, ya que todos sabemos que la respuesta de todas las cuestiones de la vida, está en la sabiduría de la nena que nunca quiso parar al mundo para bajarse, ni fue aplastada por un camión. La piedra angular del conocimiento, se encuentra en alguna de las más de mil novecientas tiras dibujadas por el gran Quino, que falleció hace un par de días, en su natal Mendoza, Argentina.
Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches,
que pobladas de recuerdos
encadenan mi soñar.
Joaquín Salvador Lavado, tuvo un tío con el que compartía el nombre, de ahí que a él le tocó usar el de Quino; era hijo de andaluces y argentino de nacimiento. Recibió múltiples reconocimientos, desde el nombramiento de ciudadano ilustre de Mendoza y Buenos Aires, hasta el premio Príncipe de Asturias; pasando por el Doctorado Honoris Causa, otorgado por la Universidad Nacional de Córdoba, catedrático honorífico de la Universidad de Alcalá de Henares, e incontables galardones por su trayectoria y apoyo a causas en favor de la infancia.
La muerte de Quino, nos duele a aquellos que pensamos que es agradable compartir el mundo con buenas personas, porque eso era él, un verdadero humanista, que logró que la viñeta de una nena bonaerense de seis años, cobrara vida y reflejara los pensamientos e ideales de varias generaciones de todo el orbe.
Mafalda no perdió a un padre, porque Quino se encargó de que ella tuviera a su papá y a su mamá; la acompañan su hermanito Guille, Susanita, Felipe, Manolito, Miguelito y Libertad, que curiosamente, siempre se le nombra al final, supongo que por ser la más pequeña, no en pensamientos, pero sí en estatura. También tiene a su tortuga Burocracia y, por supuesto, a los Beatles para seguir bailando y cantando; y no hay que olvidar a su globo terráqueo, que tantas preocupaciones le da. Pero nosotros, los lectores, los que sabemos que ya se fue, sí vamos a extrañar al gran Quino.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido, que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guardo escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna, de mi corazón.
Volver…
Adriana Hernández Morales
Título: Mafalda (Tomos 1 al 12)
Autor: Quino
Editorial: Lumen
Año de Publicación: 2014
(También disponible en formato electrónico)
Mi correo: [email protected]
Adriana Hernández, es miembro del Club Nacional de Lectura Las Aureolas, club fundado por Alejandro Aura en 1995. Es además una mujer comprometida con las causas sociales, abogada de profesión y lectora por vocación.
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