2 julio, 2021
Redacción PH
De libros y más
Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.
Alejandro Aura. Despedida.
Un Jueves Santo, de hace siete años, un ave desorientada se estrelló en una ventana de la calle de Fuego; en la misma casa, un arco iris, quedó retratado mientras se reflejaba en una silla; en Aracataca, Colombia, la lluvia regresaba después de una intensa sequía y al día siguiente, un temblor sacudió la Ciudad de México. Era un 17 de abril cuando murió el gran escritor Gabriel García Márquez.
Dice Rodrigo García, en su libro Gabo y Mercedes: una despedida, que Gabriel García Márquez, lamentaba no poder escribir acerca de su propia muerte, sin embargo, algunos de los acontecimientos que la rodearon parecían haber salido de su pluma:
“Amaneció muerta el jueves santo. […] La enterraron en una cajita que era apenas más grande que la canastilla en que fue llevado Aureliano, y muy poca gente asistió al entierro, en parte porque no eran muchos los que se acordaban de ella, en parte porque ese mediodía hubo tanto calor que los pájaros desorientados se estrellaban como perdigones contra las paredes y rompían las mallas metálicas de las ventanas para morirse en los dormitorios”.
A diferencia de los funerales de Úrsula Iguarán, a los de Gabriel García Márquez, acudieron propios y extraños; las filas de dolientes eran inmensas; mientras alrededor del Palacio de Bellas Artes revoloteaban cientos de mariposas amarillas, se escuchaban los acordes del vallenato y sus textos se leían en voz alta.
El genio colombiano, radicó en nuestro país durante gran parte de su vida; fue aquí en donde se encerró durante meses a escribir Cien años de soledad y desde donde envió el texto a la editorial con la esperanza de ser publicado. Fue en la calle de Fuego, al sur de la Ciudad de México, en donde recibió la llamada que lo confirmaba como un gigante de las letras, al otorgarle el Premio Nobel de Literatura y desde esa casa, entre llantos y aplausos, salieron sus cenizas rumbo al Palacio de Bellas Artes.
Gabo y Mercedes: una despedida, es un conmovedor relato escrito por Rodrigo García Barcha; a través de sus páginas nos acerca a los momentos finales de la vida de su padre y a la difícil situación que representó la pérdida de la memoria de alguien que la consideraba como su principal herramienta de trabajo. En este libro, Rodrigo García, deja claro su oficio de cineasta, ya que logra un extraordinario retrato del gran escritor en su faceta más íntima, la del ser humano.
“Escribir sobre la muerte de un ser querido debe ser casi tan antiguo como la escritura misma, y sin embargo, cuando me dispongo a hacerlo, instantáneamente se me hace un nudo en la garganta. Me aterra la idea de tomar apuntes, me avergüenzo mientras los escribo, me decepciono cuando los reviso. Lo que hace al asunto emocionalmente turbulento es que mi padre sea una persona famosa. Más allá de la necesidad de escribir, en el fondo puede acecharme la tentación de promover mi propia fama en la era de la vulgaridad. La humildad es, después de todo, mi forma perfecta de la vanidad. Pero como suele ocurrir con la escritura, el temo lo elige a uno, y toda resistencia sería inútil”.
La fascinación que ejerce la figura de García Márquez, va más allá de su obra. Su inigualable carisma, ha provocado que su biografía resulte tan interesante como sus novelas, así que Gabo y Mercedes: la despedida, resulta el complemento de la historia, aquella, que por lógica el propio Gabo no pudo escribir, pero que, desde una óptica privilegiada, su hijo, comparte con una narrativa franca y emotiva.
Adriana Hernández Morales
Título: Gabo y Mercedes: una despedida
Autor: Rodrigo García
Editorial: Literatura Random House
(También disponible en formato electrónico)
Mi correo: [email protected]
Adriana Hernández, es miembro del Club Nacional de Lectura Las Aureolas, club fundado por Alejandro Aura en 1995. Es además una mujer comprometida con las causas sociales, abogada de profesión y lectora por vocación.
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