Por Ruby Soriano

Entender la trama desde la mismísima mano de quienes ejercen el poder no es una tarea sencilla, sobre todo cuando estos hombres de mente abyecta sucumben a sus propios egos y debilidades propias de quienes, por embriaguez de orgullo olvidan lo esencial: Sus cargos tiene caducidad y también se irán.

En toda corte además de los cortesanos aparecen los villanos que operan las telarañas de los negocios y acuerdos que se pactan al arranque de todo gobierno.

Hombres que detrás del trono son los que ejecutan toda acción en las alcantarillas y fuera de ellas, pues si es necesario bajar al averno, lo harán sin resquicio ni moralina, basta recordar al inefable Eukid Castañón y sus épocas doradas cuando compraba periódicos, pagaba viajes de periodistas, insultaba diputados verde-ecologistas y tendía camas de billetes a señoras diputadas panistas. Ese era el “fajador” morenovallista que hacía el trabajo sucio.

Pensar en lo que viene inquieta en demasía, sobre todo cuando las condiciones del país y de Puebla reflejan la mano delincuencial metida a fondo en los procesos electorales, en el financiamiento opaco de campañas y en la propia selección de candidatos que irán no sólo con la venia institucional, sino con la de aquellos que piden derecho de piso para seguir negociando con gobiernos.

La pregunta es ¿quién será el próximo delincuente del sexenio?

Las dudas matan y nos deben preocupar a los poblanos, sobre todo cuando partidos como Morena que aún no definen a su candidato rumbo a la gubernatura poblana, dan señales que inquietan.

¿Qué políticos están ya en la ruta de la negociación con delincuentes? ¿Cuántos de ellos abrirán la puerta para fondear su campaña de dinero fresco y a fondo perdido?

¿Se está negociando desde ahora la impunidad? ¿Quiénes están operando los contactos y mensajes sicilianos para los cheques al portador?

En menos de diez años los escenarios electorales se han trasformado de manera dramática y con nuevos elementos que inquietan, sobre todo por lo que estos personajes ponen en la mesa a cambio de darle el beso del diablo al candidato en turno.

Más allá de la democracia que se buscará preservar con comicios sin violencia, está la realidad letal que vive el país.

El mismo Presidente AMLO ha elegido ignorar la infiltración de estos grupos en diferentes bastiones políticos donde las mafias se dicen interlocutoras de Morena o en algunos casos, operadores del mismísimo partido López-obradorista.

En Puebla se nota que la negociación con los hampones va a todo motor. Digamos que los “suspirantes” van encarrilados para levantar cadáveres, sumar golpeadores, abrirle la puerta al huachicol, financiar bandas delincuenciales disfrazados de movimientos sociales o favorecer a los empresarios que no son tales, pues más bien son especialistas en el businnes del coyotaje.

Las mafias y sus mafiosos están en marcha para arropar a quien desde ahora está garantizándoles piso parejo e impunidad en territorio poblano. ¡Aguas!

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