Por Ruby Soriano

Recapitular en la memoria y analizar a los personajes de la política actual mirándolos desde su pasado, abona a entenderlos, cuestionarlos y afrontarlos con más elementos.

Corría la década de los 80, donde las noches de fiesta preparatoriana y universitaria se concentraban en el antro de moda, que era el búnker de los años dorados de esa poblanía trasnochada y juvenil: Cuchés.

En una de esas tantas reuniones conocí al hoy suspirante a gobernar la ciudad de Puebla, Pepe Chedraui, a quien ya no cito por su filiación política, pues a estas alturas sería difícil llamarlo priista, simpatizante panista (en épocas de Moreno Valle) o aspirante a morenista, en la actualidad.

A Pepe lo recuerdo rodeado de un grupo entre los que figuraron Yamil Morales (yerno de Kamel Nacif), Mary Paz Bojalil, el entrañable Naim Abdala y algunos otros personajes que se unían a las noches de fiesta.

Pepe siempre ha tenido un don de gente para el buen trato y la facilidad de cultivar amistades, eso nadie se lo discute. Seguramente lo heredó de su señor padre Don José Chedraui Alam, quien siempre tuvo la deferencia del buen trato con quienes durante años cubrimos la fuente del sector privado.

Pepe siempre ha estado cerca de los personajes claves; los Slim, obviamente sus parientes Los Chedraui, su familia política vinculada a otro grande de la industria textil como fue Don Rodolfo Budid y ya en su incursión política, su cuna inició en ese PRI donde ser textilero ya era tema para negociar una regiduría o bien una diputación.

Su relación con el ex presidente Enrique Peña Nieto la lució y la explotó. En Puebla supo acuñar la cercanía y amistad con los Moreno Valle, tanto que el día del deceso de Rafael y Martha Érika, el Agusta despegó de la casa de sus padres.

En su paso por la LV legislatura del Congreso local como integrante de la bancada del tricolor, Pepe fue puente para varios temas que se tejieron con “zurcido fino” con el entonces autócrata morenovallismo.

Eran tiempos de mucha negociación y acuerdos en lo oscurito que fructificaron para aquellos priistas que de día simulaban y por la noche, cenaban con Rafael Moreno Valle; sino pregúntenle al hoy gobernador Sergio Salomón Céspedes.

Nuestro personaje en cuestión siempre ha tenido una gran facilidad para la negociación, finalmente eso lo acuñó desde su trayectoria textilera.

Sin embargo, cómo entender la figura de un Pepe que hoy desató su precampaña a la alcaldía con la bendición de su amigo el gobernador, quien le guarda agradecimiento por esos favores políticos del pasado reciente.

Digamos que Pepe inició su intensa promoción para que los poblanos lo conozcan, lo señalen, lo identifiquen.

Aún sin etiqueta, este personaje inició la maniobra del destape anticipado para medirle “el agua a los tamales”, donde digamos su incuestionable plus, es ser netamente poblano y conocedor de todas esas manías y triquiñuelas que sólo ejercemos quienes hemos nacido con esta poblanidad.

De las fichitas de Morena que se mantienen con la mano alzada, difícilmente se hace uno que pueda pelear con seriedad por la candidatura a la presidencia municipal.

Pepe no es morenista y dudo que incluso los neomorenistas lo vean como tal. Él es el candidato de un solo hombre, el actual gobernador que, dicho sea de paso, es un gran “mercader”.

Pepe Chedraui está en el arranque, donde como buen ex priista está haciendo uso de esos viejos operadores que le están dando “calor” para empezar a figurar y destacar de entre el resto de las corcholatas que poco o nada han logrado para ser conocidos e identificados en la angelópolis.

La dupla Salomón-Chedraui va en altamar con todo y licitaciones, asignaciones y lo que se aparezca en el camino.

Bien decía el extinto presidente Adolfo López Mateos:

“Quien no tenga un amigo libanés, que lo busque”

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