«Decía la carta, escrita poco menos que ilegiblemente:

X.X. Esq.,

97 Cromwell Road.

Londres S. W.7.

Margaret Rose Lane, inglesa, de 28 años, casada con un multimillonario yanqui, lo invita a usted muy íntimamente a jugar el ajedrez el sábado en la noche.

Y al pie, con caracteres de imprenta, aparecía una serie de indicaciones muy minuciosas referentes a la situación exacta de la finca, sobre la ruta de Brighton, a unos veinticinco kilómetros de la costa.» 

Esa fue la invitación que recibió Mr. X. En ese momento no recordó a Margaret Rose, pero, lentamente, las imágenes tomaron forma hasta regresar en el tiempo para revivir el momento exacto en que la conoció…, por supuesto, que asistió a la velada.

«-SEÑORITA: ¿quiere usted cenar conmigo?

-Señorita: ¿Quiere usted cenar conmigo?

Más de cien veces durante la última semana he estado repitiendo esta misma pregunta al oído de distintas mujeres, quienes rotundamente se han negado a acompañarme. Y entonces, yo me he dado media vuelta, me he despedido con la galantería más profunda -según corresponde a mi jerarquía de hombre elegante-, me he colocado el sombrero graciosamente y he echado a andar sin rumbo fijo.»

¿Qué motivos impulsan a este hombre para invitar a cenar con él a cada mujer que pasa a su lado?, ¿por qué sus preguntas lo llevan a una cita en mitad del cementerio?

«Mi dueño es un hombre hercúleo, algo infernal y muy alegre, a quien las mujeres miran siempre pecaminosamente y los hombres con envidia. Se viste a la última moda, no piensa jamás en la muerte, ni por asomos frecuenta la iglesia y a menudo sale de viaje. Cuando esto último ocurre, me lleva indefectiblemente sobre sus espaldas, no sin enviarme de antemano a la planchaduría. También me adorna entonces con una camisa blanca, un pañuelo del mismo color y una corbata de seda, poblada de lunares rojos. En especialísimas circunstancias usa guantes: unos guantes de color vainilla, con los pespuntes negros, y siempre desabrochados, dejando visible el reloj de oro sobre la muñeca velluda y sólida.»

Esta es la narración que hace el traje gris, antes de preguntarse acerca del sentido que tiene su vida, entonces toma una decisión, se ajusta cuidadosamente las prendas que lo componen y se descuelga por el balcón rumbo a lo desconocido, está por vivir una terrible y fascinante aventura.

Los anteriores relatos, forman parte de una excelente selección de cuentos escritos por Francisco Tario, son magníficas historias en donde la noche -y uno que otro fantasma-, se convierten en protagonistas y nos llevan a recorrer calles y plazuelas a toda prisa buscando respuestas y con los desenlaces más inesperados.

Francisco Tario, es el nombre que eligió el escritor mexicano, Francisco Peláez para firmar sus textos. Ajeno a figurar en los círculos literarios, dotó a su obra de la misma excentricidad que tuvo su vida, -habrá que apuntar que también sobresalió como futbolista del Club Asturias, en donde se desempeñó como portero, además de tener dotes de pianista-; pero en las letras, su legado es memorable, ya que, actualmente, es considerado como uno de los mejores escritores del siglo XX. Creador de un estilo propio en el delicado arte de la narrativa, y con una precisión absoluta en sus relatos, logra que el lector forme parte de la historia. Al ir avanzando en la lectura, nos involucra a tal grado, que llega el punto en que es difícil distinguir si somos simples espectadores o en algún momento estamos asistiendo a la invitación a casa de Margaret Rose, o somos el traje gris que corre a toda prisa por las calles -para sorpresa y terror de los transeúntes- o, acaso, le estamos preguntando a alguna persona sí desea acompañarnos a cenar.

Adriana Hernández Morales

Título: Algunas noches, algunos fantasmas

Autor: Francisco Tario

Editorial: Fondo de Cultura Económica. Colección Centzontle

Año de Publicación: 2004

También disponible en formato electrónico

Mi correo: adrianahernandez1924@gmail.com


Adriana Hernández, es miembro del Club Nacional de Lectura Las Aureolas, club fundado por Alejandro Aura en 1995. Es además una mujer comprometida con las causas sociales, abogada de profesión y lectora por vocación.