“…el llanto es sagrado para aquel que lo llora,
y una lágrima bien llorada, merece respeto por aquel que no la llora.”
Angélica Ortiz. Poeta

El llanto de una niña se escucha en el hermoso parque Steglitz, ¿acaso puede existir un sonido más estremecedor que el lamento de un niño? La pequeña llora desconsoladamente, al parecer, nadie se ha percatado de su desesperación; entonces, un hombre se acerca temeroso, le pregunta si está enferma, o si alguien le ha hecho daño, aparentemente, la niña está bien, aunque sus lágrimas no cesan; ¿estará extraviada?, la niña responde con un misterioso «yo no», entonces, ¿quién se ha perdido?, ha sido mi muñeca.

En 1923, Franz Kafka, se encontraba gravemente enfermo y acostumbraba pasear por un parque cercano a su casa, cuando se encontró con una pequeña niña que lloraba por la pérdida de su muñeca; este suceso, podría parecer irrelevante, si no fuera porque dio pie a una de las más grandes incógnitas de la literatura y a uno de sus más hermosos episodios. Ese día, al gran escritor, se le ocurrió calmar los lamentos de una pequeña niña a la que no conocía, contándole una maravillosa historia. Le dijo que la muñeca que con tanto afán buscaba y cuya desaparición le causaba tanto dolor, se había ido de viaje, y que le había enviado, nada menos que con él, una carta explicando sus motivos. Así fue, como cada día, durante tres semanas, Kafka escribió una serie de misivas en las que la muñeca se convirtió en una exploradora del mundo, cuyas andanzas y reflexiones compartió puntualmente con la niña, dando como resultado, la que probablemente sea una de las más grandes obras de la literatura moderna, destinada a una sola persona.

Jordi Sierra i Fabra, en “Kafka y la muñeca viajera”, se aventura a imaginar el contenido de esas cartas, y crea un bellísimo relato en donde nos muestra a un Franz Kafka desconocido y sublime. Partiendo del encuentro entre el autor de La metamorfosis y la niña, nos comparte las historias que, desde lugares lejanos, la muñeca Brígida le narra a su antigua propietaria, la pequeña Elsi, así como el papel fundamental que tiene el escritor como intermediario, o dicho de un modo más adecuado, como cartero de muñecas.

Escribe Brígida en una de sus cartas:

“Te imagino con tu amigo, el cartero, sentada en un banco del parque Steglitz, dejando volar tu imaginación para acompañarme en mis peripecias a la búsqueda de mis sueños. Y es que los sueños son parte de la vida. Sin sueños no somos más que cuerpos perdidos que vagan por lo cotidiano.”

Sierra i Fabra, nos da su versión de la manera en que Kafka intentó preservar del dolor a una pequeña niña, equiparando la perdida de la muñeca con el abrupto final de sus ilusiones infantiles; en cambio, la ayuda a comprender la importancia de la libertad y la necesidad de anteponer la felicidad ajena a los deseos de pertenencia, aceptando la separación como el paso a una nueva etapa.

“Elsi, has de saber que vivir representa ir siempre hacia delante, aprovechar cada momento, cada oportunidad y cada necesidad… Ahora, cuando he estado preparada para iniciar mi nueva vida, la partida ha sido triste por dejarte, pero hermosa, porque gracias a ti soy libre para hacerlo.”

La existencia de las cartas se basa en el testimonio de Dora Dymant, con quien Kafka compartió la última etapa de su vida y quien dijo haber presenciado su afanosa escritura. Durante muchos años, Klaus Wagenbach, el gran estudioso de la obra de Kafka, se dedicó a localizarlas, al igual que a su privilegiada destinataria. La búsqueda fue infructuosa. De tal modo, que la incógnita acerca del contenido exacto de esta serie de textos, que, en palabras de Jordi i Sierra, pueden ser “la más bella y lúcida de sus incursiones literarias” continúa hasta nuestros días. Así que, si acaso, usted sabe en donde se encuentra esta misteriosa correspondencia, o cual fue el destino de la pequeña niña, que un día de 1923, en el parque Steglitz perdió a su muñeca y lloró de tal modo, que logró conmover a uno de los más grandes genios de la historia; le aseguro, que tanto la literatura universal, como muchos curiosos, entre los que me cuento, le estaremos eternamente agradecidos por la información.

Adriana Hernández Morales

Título: Kafka y la muñeca viajera
Autor: Jordi Sierra i Fabra
Editorial: Siruela
Año de Publicación: 2006
(También disponible en formato electrónico)

Mi correo: adrianahernandez1924@gmail.com


Adriana Hernández, es miembro del Club Nacional de Lectura Las Aureolas, club fundado por Alejandro Aura en 1995. Es además una mujer comprometida con las causas sociales, abogada de profesión y lectora por vocación.