Redacción PH

Un juez canadiense ha dictaminado que en ese país el emoji del pulgar hacia arriba (👍) puede reconocerse como un medio válido para sellar un contrato, en equivalencia a una firma, ya que se trata de un método de comunicación habitual y los tribunales no deben “intentar detener la ola de tecnología y uso común”.

Esa resolución se dio al resolver el caso de un agricultor y un potencial comprador.

Fue en marzo de 2021 cuando Kent Mickleborough (el comprador) envió un contrato a Chris Achter, (el agricultor) con la intención de adquirir 86 toneladas de lino en noviembre de ese año, con el mensaje “por favor, confirme el contrato de lino”.

Achter respondió enviando el emoji del pulgar hacia arriba, al llegar noviembre Mickleborough no recibió su pedido.

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Mickleborough declaró que el emoji del pulgar hacia arriba equivalía a un acuerdo con el agricultor. Esto debido a que en otras ocasiones le había enviado muchos contratos y Achter los confirmaba con mensajes de texto y siempre cumplía con el pedido.

Por su parte, el agricultor argumentó que su emoji solo confirmaba haber recibido el contrato, negando que fuera equivalente a “una firma digital del contrato incompleto“.

Finalmente, tras más de dos años de litigio, el juez dictaminó que el emoji del pulgar hacia arriba representó “una manera válida”, aunque no tradicional, de firmar el acuerdo.

“Este tribunal reconoce fácilmente que un emoji es un medio no tradicional para firmar un documento, pero, sin embargo, en estas circunstancias, esta era una forma válida de transmitir los dos propósitos de una firma y para transmitir la aceptación del contrato de lino”.

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Por lo tanto, Achter incumplió el contrato y debe pagarle a Mickleboroug más de 82 mil dólares canadienses.

El abogado del agricultor acusó que al aceptar el emoji del pulgar como una forma de “identidad y aceptación” se están “abriendo las puertas” a permitir que se presenten más casos que soliciten interpretaciones sobre lo que significan los distintos emojis, no obstante el juez matizó que esta parece ser “la nueva realidad en la sociedad canadiense” y que, por tanto, los tribunales “tendrán que estar listos para afrontar los nuevos retos que puedan surgir por el uso de emojis y similares”.