Marcelo Ebrard Casaubón hará historia en el ejercicio de la política mexicana. Se metió a una lucha por la presidencia de México careciendo de los planes B, C, D y los que siguen. Esta haciendo gala de su consistencia política defendiendo solo su Plan A.

Necio y obcecado aún cuando haya aceptado las condiciones que firmó al inicio del proceso.

Es decir, para el aspirante, supuestamente Morenista, solo hay de dos sopas: o fideos o jodeos.

Algo parecido sucede en Puebla. Pareciera que es moda.

Ignacio Mier Velasco, pareciera, se transmite y se percibe, que si su plan A no funciona tiene encendidas otras velas. Su relación política con varias fuerzas nacionales en el ámbito de Morena le da la garantía que su función, en caso de que su Plan A no cuaje, será requerida para otros menesteres estratégicos para los próximos seis años.

No es lo mismo para otro(s) contendientes. Eso transmiten.

Los tres principales aspirantes que han hecho gala, por ejemplo, del uso de bardas, mantas, espectaculares, son Alejandro Armenta, Ignacio Mier y Julio Huerta. Ha sido la característica de su inicio rumbo a Casa Aguayo.

Pero solo Nacho Mier ha sido acusado, denostado y exhibido.

Peor aún, por un “distinguida militante” del PAN poblano que critica a Mier y no a Morena, que vitupera a Nacho y no ha sus dos contendientes que han hecho gala del mismo recurso.

¿Ana Teresa Aranda se suma a la guerra contra Ignacio Mier?

¿Y Alejandro Armenta y Julio Huerta si pueden usar ese recurso?

No hay duda, hay niveles. Y la lucha rebasa a la partidocracia.

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Luis Enrique Sánchez Fernández es periodista; ha escrito para impresos en papel, radio, televisión y portales digitales. Es universitario, historiador y cronista.